La industria de destilación de alcohol en Canarias alcanzó un cierto protagonismo a finales del siglo XIX, gracias a la implantación del llamado “modelo cubano”, basado en el cultivo industrial de la caña de azúcar y del tabaco.

Frente a los primeros ingenios azucareros, instalados tras la Conquista (siglos XV-XVI), se construyeron fábricas mecanizadas con motores a vapor, calderas, alambiques y molinos, destacando como centros fabriles: Arucas, Telde, La Aldea de San Nicolás y Santa María de Guía en Gran Canaria y  Tejina, en Tenerife. 

Los comienzos de esta emblemática fábrica del municipio grancanario de Telde se sitúan a finales del siglo pasado (1890), gracias a la iniciativa del empresario majorero Juan Rodríguez y González.

El equipamiento mecánico, que aún conserva íntegramente, fue adquirido en prestigiosas casas inglesas, exceptuando el alambique, de procedencia francesa. En sus primeros años de actividad se centraba en la obtención de azúcar y de miel de caña.

Posteriormente ampliaron la oferta a la fabricación de caramelos, alcoholes y aguardientes, entre los que destacaron el vodka y el afamado ron de Telde. En 1991 se produce su cierre definitivo, después de varios altibajos. El Ayuntamiento de Telde adquiere las instalaciones en el año 1997 con el objeto de convertirlas en Museo Etnoagrario.

El conjunto fabril está integrado por varias edificaciones exentas, unidas por espacios libres interiores, ocupando una superficie total de 3.547 metros cuadrados, de los cuales están construidos 2.554. Entre los inmuebles más destacados se encuentra la Factoría propiamente dicha, de 1.456 metros cuadrados y estructurada en cuatro niveles.

La planta es cuadrangular, sobresaliendo del perímetro la sala de caldera y la chimenea. El interior se organiza en varios departamentos o secciones dedicados a los distintos procesos del sistema de producción del azúcar y del ron. Junto a la sala de la caldera se encuentra la sala de molturación donde se lleva a efecto la primera fase del proceso de elaboración del azúcar, equipada con dos máquinas de vapor, procedentes de una fábrica de Glasgow: The Wirles Waston Yarian Co. Ltda., que dan la energía necesaria a los dos trenes de molienda, de tres cilindros cada uno. La alimentación de la caña al primer molino se realiza haciendo uso de un transportador metálico de 9 metros de largo, encima del cual se encuentra instalado un aparato cortacañas, compuesto por un eje de cuchillas y accionado por un motor eléctrico. Un transportador intermedio alimenta al segundo molino. Sobre la sala de molienda, los secaderos de azúcar.

En la sala central, la Azucarera, donde se sitúan las máquinas específicas para el tratamiento de la caña de azúcar, así como los defecadores y concentradores. Entre otros artilugios mecánicos cabe citar: el tacho concentrador a vacío, la bomba de vacío, etc.

La torre de destilación está provista de un alambique, marca Segura, con 14 coronas y 24 platillos, que sustituyó en 1955 a uno anterior de la firma francesa Savalle. Cercano a este artilugio se dispone el rectificador, la destrozadora, dos reguladores de vapor y una columna de cabezas. En la planta siguiente, otros aparatos: un calienta vinos, dos reguladores de agua y un depósito regulador de flemas. En el piso superior y último: tres depósitos circulares de agua, de flema y de vino.

El resto de dependencias que completan la industria son el taller de reparación de maquinaria, las oficinas y edificaciones auxiliares y la chimenea de 21 metros de altura. La Azucarera de San Juan es, sin duda alguna, uno de los mejores ejemplos de arquitectura histórica industrial de Canarias, que desafortunadamente, no ha recibido la atención que merece.