Las Hoyas-Lugarejos y Barranco Hondo constituyen una zona conocida en toda la isla por haber desarrollado, desde muy antiguo, una destacada actividad locera con una tipología propia.

Con el pinar de Tamadaba cercano, que aportaba la leña, las arcillas rojas (La Hoya de Los Tejeros) y aguas abundantes, un grupo de familias se dedicaban a fabricar loza en guisaderos (hornos) a cielo abierto o en pequeños abrigos o cejos. La mercancía se comercializaba en los pueblos de la costa y del interior.

La sangría emigratoria de los años sesenta y setenta, sin embargo, fue mermando esta centenaria actividad. En la larga tradición de artesanos que han destacado en la elaboración locera de este poblado troglodita podemos citar a Teresa Dolores Suárez (La Cieguita), Manuela Santana Cabrera, Carmela Lugo Medina y Justo Cubas Cubas.