La actual Ermita de Nuestra Señora de los Reyes se asienta sobre el mismo solar donde, según los planos de la época -como el trazado por Próspero Casola en el siglo XVI-, se erigió hacia 1526 la primitiva ermita de San Marcos, santo protector de las epidemias. Fue construida a expensas del Cabildo Catedral quien, además, se comprometió a su administración y a la celebración de una procesión anual, cada 25 de abril, en la que se cantaba de manera solemne la Letanía de los Santos. Para este primer edificio se hizo un rico artesonado con madera traída de La Palma en el año 1527. Sin embargo, la obra sucumbió, como otras tantas edificaciones urbanas, al incendio y saqueo pirático de 1599.

 

El siglo XVII fue para esta pequeña iglesia la centuria de las reconstrucciones. La ermita contó con el apoyo de un gran benefactor, el capitán don Rodrigo de  León,  Conde de la Vega Grande, natural de Telde y que  emprendió la obra hacia el año 1610. La iglesia se puso entonces bajo la advocación de Nuestra Señora de los Reyes, en conmemoración de la Epifanía.

La calle que se abrió delante de este edificio sacro adoptó el mismo nombre, como era habitual con otras ermitas y vías de la ciudad. Con el paso del  tiempo, el nombre de "calle de los Reyes" derivó, por error, en el de "Reyes Católicos", que es como se conoce actualmente.

En 1927, la ermita se puso bajo la administración de las Religiosas Adoratrices  del Santísimo Sacramento. Actualmente, el templo de Ntra. Sra. de los Reyes, reconstruido tras la ruina de 1940, está integrado en el recinto dedicado a la enseñanza que las mismas religiosas regentan en el mismo  lugar.

La fachada está orientada al este, a la calle principal. Una grada equilibra el acentuado desnivel de la zona. El acceso se efectúa por una gran puerta adintelada, remarcada en cantería, con un insinuado alfiz. Sobre éste se abre una pequeña hornacina de piedra con vidriera que da luz al coro. Una espadaña de un vano para la campana remata el conjunto.

Por el diseño del frontis se adivina un interior con nave única, cubierta de artesonado y tejado a dos aguas. Sobre una cancela de madera se eleva el coro, construido en 1927. A la izquierda se levanta un pequeño retablo de cantería azul labrada y policromada, que cobija una talla de San Marcos, titular de la primitiva ermita. Esta imagen presenta un aspecto un tanto arcaico, lo que hace pensar que sea obra del siglo XVI, de idénticas características es el retablo que se sitúa enfrente, con una efigie   de San Agustín. Los retablos ubicados hacia el centro de la nave  presentan artísticas molduras de tea tallada y dorada. A la izquierda, el de la Virgen de la Soledad o de la Paloma, representada en un lienzo. Una leyenda rememora a los fundadores. A la derecha, se encuentra el retablo de la Inmaculada Concepción, presentando las mismas características que el anterior. El lienzo de la Inmaculada, tal vez de factura andaluza, recoge símbolos alusivos a las Letanías de la Virgen e  igualmente, aparece otra inscripción relativa a los fundadores.

El Altar Mayor está definido por un retablo-hornacina de piedra labrada y dorada, con frontón triangular y sendas columnas torsas. El vano acoge a Nuestra Señora de los Reyes, que gozó de gran devoción en las centurias XVII, XVIII y XIX. La actual imagen de vestir de Nuestra Señora de los Reyes es de 1794., y sustituye a la antigua  del  siglo XVII. El Niño que tiene entre sus brazos es obra del escultor Luján Pérez.

Especial atención merecen dos lienzos que cuelgan del testero, ambos de  grandes proporciones, con escenas de la Epifanía. El de la izquierda, muestra la Adoración de los Reyes Magos. El cuadro parece de encargo y  posiblemente  del  siglo XVII. Su ejecución es excelente, guardando buenas proporciones entre las figuras, así como un estudiado cromatismo. Su procedencia es  desconocida, se piensa de origen sevillano.

En el lado derecho, descubrimos la Adoración de los Pastores, obra del tinerfeño Cristóbal Hernández Quintana (1651-1725)

En definitiva, la ermita de Ntra. Sra. de los Reyes, adscrita actualmente a la Parroquia de Santo Domingo, merece tenerse en cuenta por su extraordinaria conjunción de arquitectura y obras plásticas.

 

Ver obra pictorica Adoración de los Pastores

 

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