La ermita de San Isidro (Teror) fue mandada a construir por el canónigo Juan González Falcón en 1685. El edificio religioso se encuentra adosado a la casa del patrono, convirtiéndose en uno de los escasos ejemplos registrados en Gran Canaria. 

 El complejo arquitectónico se encontraba situado en un lateral de una de las vías de comunicación de mayor relevancia en la isla, uniendo el noroeste con el sureste. La ermita se incluía dentro de las propiedades vinculadas a perpetuidad por el canónigo el cual la dotó, abonó el valor del retablo que la preside, adquirió la imagen del santo titular y dejó rentas para las funciones religiosas a realizar, sobre todo, el día del patrón.

Destaca en su interior la imagen de San Isidro y su altar decorado con más de un centenar de azulejos holandeses  que representan  diferentes escenas  de la vida cotidiana de  Holanda en el  S XVII.

El inmueble está  unido al Cortijo de San Isidro y es de titularidad privada.