Los restos arqueológicos del antiguo ingenio azucarero de Las Candelarias conforman un yacimiento excepcional, tanto por su extensión y representación, como por la singularidad de este hallazgo en el contexto atlántico.

Los restos del ingenio azucarero que fundó en Agaete el conquistador Alonso Fernández de Lugo fueron descubiertos en el año 2005 en el curso de los trabajos de construcción de la Urbanización de Las Candelarias. Según los datos disponibles, este ingenio fue una de las primeras infraestructuras industriales instaladas en Gran Canaria tras finalizar su conquista, marcando el inicio de un ciclo económico imprescindible para la Historia de Canarias y la expansión castellana por ultramar. No en vano, este modelo de explotación azucarera se trasladó luego a los territorios americanos recién incorporados a la Corona, lo que propicia el establecimiento de vínculos entre una y otra orilla del Atlántico.

Las intervenciones arqueológicas desarrolladas hasta el momento han documentado básicamente las trazas más superficiales de distintas instalaciones (acueducto, molino, otras dependencias) asociadas a la explotación de este “oro blanco”, como así se denominó por la importancia de este producto en la economía mundial de los siglos XV y XVI. Además de las construcciones, están presentes en este espacio millones de fragmentos de cerámica pertenecientes a las llamadas “formas azucareras” (el molde cónico en el que cristalizaba el azúcar obtenido de la caña), así como otros materiales (monedas acuñadas por los Reyes Católicos, figurillas de terracota, etc.) que dan cuenta de la riqueza arqueológica de este espacio.

La excepcionalidad de este yacimiento viene dada, además, por el hecho de que las instalaciones azucareras se enclavaron en el mismo emplazamiento que, hasta la conquista, había ocupado parte del asentamiento prehispánico de Agaete (como así lo testimonian las estructuras domésticas y funerarias fechadas por carbono 14 al menos desde el siglo XI-XII d.C.).

 

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