En la Vega de San Mateo llegaron a funcionar un total de catorce molinos de gofio y uno de fuego. Este último constituyó una novedosa maquinaria instalada hacia 1927 por Dionisio Jiménez en un espacioso local de la Calle del Agua.

La maquinaria de este molino se utilizó también para dar luz al pueblo por primera vez, función que mantuvo hasta 1943, marcando toda una época de la historia local. El molino fue centro de tertulias y noticiero a lo largo de 75 años, llegando incluso a celebrarse mítines políticos durante la II República, lo que le confiere un alto valor etnográfico aparte del valor patrimonial de su maquinaria que, a excepción de la vieja dinamo, se encuentra en perfecto estado para su rehabilitación.

La maquinaria del molino de fuego era un motor térmico fijo, horizontal, Ruston, de 25 CV que, tanto accionaba a un molino harinero de la misma marca con dos juegos de piedra y armazón de hierro, como a una dinamo de 15 kw, con la que suministró luz eléctrica hasta 1943, cuando el Ayuntamiento cedió la concesión a UNELCO.

Por entonces, comenzaron a instalarse en las Islas los molinos de fuego, primero con máquinas de vapor, luego con motores de gas pobre y, por último, con la primera generación de motores diesel, como este, que eran capaces de mover molinos y a la vez producir electricidad y, en algunos casos, extraer agua de pozos.