La obra pictórica San Sebastián es un cuadro de gran formato que forma pareja con el de la Inmaculada Concepción, ambas del mismo pintor, Juan de Miranda y Cejas (1723-1805). Son dos obras de gran calidad que forman parte del patrimonio artístico y religioso de la Catedral de Santa Ana. Ambas pinturas fueron un encargo del Cabildo Catedralicio para decorar el nuevo crucero de la Catedral, que se encontraba en la segunda etapa de su construcción y hacia 1795 se habían terminado la cabecera y el crucero.

La nueva estética dominante a finales del siglo XVIII alejada de los gustos del Barroco fue la razón por la que se encargan estas dos pinturas a Miranda. Estos cuadros vienen a sustituir otras pinturas con la misma temática realizados por el pintor barroco Cristóbal Hernández de Quintana. San Sebastián, situado en el testero de la nave de la Epístola de la Catedral, es considerado como el protector ante la peste. De ahí que forme pareja con la Inmaculada Concepción en el testero de la nave del Evangelio, de enorme arraigo devocional en Canarias.

La composición de la pintura es bastante simple, San Sebastián atado a un árbol se retuerce en el momento de la muerte mientras que en un segundo plano los soldados disparan sus arcos. Tras ellos se abre un paisaje cargado de nubes que se pierde en la lejanía. Se cree que como inspiración para esta obra utilizó un dibujo del veneciano Jacopo Palma el Joven, a través de un grabado de E.M. Sadeler. Era habitual que los artistas canarios conociesen, gracias a los grabados, los trabajos de artistas europeos y llegasen hasta ellos las novedades artísticas que se iban iniciando en otros países.

La figura de Juan de Miranda juega un papel fundamental en el arte en Canarias, ya que con su obra ayudó a la pintura realizada en el archipiélago a salir del estancamiento tras la muerte del pintor barroco Cristóbal Hernández de Quintana. Fue un autor muy fecundo que desarrolló casi toda su producción en el marco de la pintura de tema religioso, pero también destacó en el género del retrato. Su estilo se caracterizó por el estudio de la luz y el dominio del color donde siempre utilizó una paleta fría a base de tonos grises, ocres y blancos.