Retrato de Benito Pérez Galdós es un óleo sobre lienzo realizado por el pintor valenciano Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) en el año 1894. Adquirido a los nietos del escritor en el año 1973 por el Cabildo de Gran Canaria forma parte de la colección de la Casa Museo Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria. En este retrato de formato horizontal se representa al escritor y dramaturgo cuando tenía 51 años. Es una imagen muy conocida del escritor, ya que la Fábrica de Moneda la utilizó como parte del diseño de los desaparecidos billetes de mil pesetas en la serie emitida entre 1979 a 1985.

Esta obra es uno de los primeros homenajes pictóricos al grupo de regeneracionistas españoles de la época considerados “la aristocracia del espíritu”. Se trata de un retrato impresionista poco ortodoxo en el que el escritor aparece sentado en un bancal en actitud relajada. Se apoya en un bastón con la mano izquierda mientras que en su mano derecha lleva un cigarrillo con boquilla. Esta obra es la primera manifestación artística en la que Sorolla rompe con el retrato tradicional, pero sigue utilizando un estilo tenebrista en la concepción de rostro y manos influido por los modelos españoles del siglo XVII.

Este es uno de los dos retratos que pintó Sorolla de su amigo Pérez Galdós. El segundo se conserva en la Sociedad Hispánica de Nueva York y muestra al escritor cuando era más mayor. Galdós apreciaba enormemente este retrato y lo guardaba en su casa de Santander. En una ocasión prestó su retrato para una exposición de Sorolla y dio claras instrucciones a su jardinero Rubin para que no sufriera daños durante el traslado. Desde entonces esta obra ha viajado en numerosas ocasiones para ser contemplada en exposiciones artísticas. La primera exposición pública documentada de esta obra es de 1906, en la Galería Georges Petit de París. Estuvo en el Casón del Buen Retiro. En 1985 viajó a Lieja para muestra “Sorolla-Solana” y en el año 98 pudo contemplarse en Bilbao y Madrid.

Sorolla es considerado como el pintor español de mayor proyección internacional de su tiempo y una figura capital en la historia del arte español. A lo largo de toda su trayectoria desarrolló temáticas diferentes. Así en las últimas décadas del siglo XIX alcanzó su primera fama con cuadros de pintura social. En la Exposición Universal de París de 1894 descubre el luminismo de los pintores nórdicos que tanto marcará su obra posterior. Comienza a pintar al aire libre y su paleta va cobrando nuevos matices en su intento de captar la luz en escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. De esta época son muy conocidas sus escenas de playa. Instalaba su caballete en la playa de la Malvarrosa o en el Saler y pintaba con profusión los reflejos del sol y el agua en los cuerpos de los niños y las vestimentas de las mujeres. Los colores vibran y las sombras no son compactas, sino pintadas con variaciones de marrones y violeta.

Otro tema importante en la producción de Sorolla es el retrato. A lo largo de su carrera pintó una serie de autorretratos, así como retratos de los miembros de su familia. Posaron para él personalidades de la época tales como Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, Vicente Blasco Ibáñez, Unamuno, Pío Baroja, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez y, por supuesto, Pérez Galdós. El Rey Alfonso XIII, la cupletista Raquel Meller o la actriz María Guerrero son otros personajes retratados por el artista. El reconocimiento internacional de Sorolla se consolidó con el encargo de la Hispanic Society de Nueva York para la que realizó una serie de catorce paneles con motivos de las distintas regiones de España, conocida como Visiones de España, y que le permitió ser nombrado en 1919 profesor de la Academia de San Fernando.