Taguy (Tagüigüi o Los Galgares) es hoy un paisaje humanizado de alto valor patrimonial etnográfico con su pronunciado escalonamiento de bancales, viviendas tradicionales y dependencias anexas.

El inicio de la colonización de este territorio se atribuye a la familia Quintana y está envuelta en un halo romántico, transmitido de generación en generación a lo largo de siglos. Al parecer, una joven pareja de Gáldar cuya unión no aceptaba la familia de la novia encontró refugio en Taguy, donde fundaron familia y obtuvieron propiedades.

La leyenda cuenta que la pareja generó una prolija familia de 9 miembros, la que con el transcurrir de los años roturó terrenos, levantó bancales y dio vida al lugar. Probablemente fueran los protagonistas de esta historia familiar Pedro de Quintana y Lucía Betancort (Martín), casados en Tejeda, en 1660 (Libro I, Fol 1 vº) quienes, en efecto, a partir de 1662, comenzarían a bautizar a una decena de hijos en la nueva Parroquia. Posteriormente, el 2 de febrero de 1666, el Cabildo le concedería una data de dos fanegadas de «tierras de riscos y arrifes en Tagüigüi». Lo cierto es que fueran estos o algún descendiente, casi todo este barranco ha sido propiedad de distintas ramas de los Quintana, cuya tradición oral incluso señala la existencia aún, en Taguy, de la primera casa en que habitó aquel primer matrimonio.

Taguy constituye uno de los rincones más encantadores de la Caldera de Tejeda bajo las sombras de un círculo montañoso: el elevado Roque Palmés, los caideros del barranco de El Toscón y los altos morros, coronados de pinos, de Pajonales-Alsándara.