El Cuadro de Ánimas se halla ubicado en uno de los retablos de la Basílica de Nuestra Señora del Pino en Teror. Realizado en madera tallada y policromada al óleo y con decoraciones doradas, consta de un banco o predela, un cuerpo central donde se localiza el lienzo de ánimas y un ático de formas curvas rematado por una cruz dorada.
Se trata de una obra que no se caracteriza por su calidad técnica, además se desconoce, no sólo quién fue su autor, sino cuándo llegó la obra al edificio, ya que los diferentes estudiosos del tema no la han podido localizar ni en los inventarios ni en los libros de cuentas de la Iglesia. Su interés radica en que pone de manifiesto la relevancia que los cuadros de Ánimas tuvieron en Canarias.
El cuadro se estructura en tres planos. En la zona baja aparecen las almas del Purgatorio donde, entre otros, se representa a un Papa, y como dato curioso aparece un hombre negro, aspecto quizás relacionado con la existencia en el pasado de esclavos en las islas. En la zona intermedia San Miguel, que es quien pesa las almas, se convierte en el intercesor entre estas y la zona superior, donde en un cúmulo de nubes se representa a la Iglesia triunfante en forma de la Santísima Trinidad y rodeada por una cohorte de santos y santas.
Los lienzos de ánimas surgen en Canarias en el siglo XVII como reflejo de la Contrarreforma católica y su defensa de la existencia del Purgatorio frente a los cultos reformistas, que defendían la salvación por la fe, y no por las obras realizadas en vida o por el pago de bulas. Los evangelizadores querían difundir los dogmas católicos y una manera sencilla de hacerlo era a través de las manifestaciones artísticas, y no de la literatura, ya que la mayor parte de la población no sabía leer ni tenía acceso a los libros.
Desde inicios del siglo XVI se fundaron Cofradías de las Ánimas en conventos y parroquias y llegaron a tener tal importancia que a finales del siglo XVIII era rara la Iglesia o Convento que careciese de ella. Estas cofradías eran las que encargaban y financiaban este tipo de cuadros. El primer cuadro que se pintó en Canarias con esta temática era obra de Gonzalo Hernández de Sosa en 1664, para la Iglesia de San Pedro de El Sauzal, pero no se conserva en la actualidad. En cambio, se conserva el que pintó en 1665 Gaspar de Quevedo. El mayor número de lienzos conservados con esta temática podemos encontrarlos en Fuerteventura y en Tenerife y la mayor parte se ejecutaron en la segunda mitad del siglo XVIII, por lo que se ajustan a la plástica tardobarroca influida por los modelos italianos que llegaron del reinado de Felipe V, caracterizada por el uso de un cromatismo brillante e intenso.
Otra peculiaridad de los cuadros de Ánimas en Canarias es que las almas no aparecen gritando o sufriendo, sino que están rodeadas por llamas que se consideran como símbolos de purificación, por lo que imploran la salvación con rostros serenos. Asociados a las Cofradías de Ánimas están los Ranchos de Ánimas, cuya tradición ha llegado hasta nuestros días. Estos Ranchos son agrupaciones musicales de los que se tiene información desde el siglo XVIII y que en Navidad ayudaban a recaudar fondos para la Cofradía. Este patrimonio intangible de canciones a los difuntos se ha transmitido de generación en generación y en nuestros días todavía se mantienen los Ranchos de Valsequillo, La Aldea y el de Arbejales en Teror.