Durante los meses de otoño, entre septiembre y diciembre, tiene lugar la recogida de uno de los productos agrícolas más apreciados por los grancanarios, la aceituna del país.
Gran Canaria es la isla del Archipiélago Canario con mayor superficie destinada al cultivo del olivo, que forma parte de las actividades tradicionales de las poblaciones rurales en las medianías del sureste de la isla.
Se viene cultivando desde los momentos inmediatamente posteriores a la conquista de la isla en el siglo XV, en los bordes de las huertas y en suelos con grandes pendientes. El caserío de Temisas, en Agüimes, cuenta con vestigios de molinos de aceituna o almazaras del siglo XVI. A comienzos del siglo XIX está constatada la existencia de hasta ocho molinos, seis en Agüimes y dos en Tirajana.
La variedad cultivada tradicionalmente en la isla es la denominada verdial de Huévar, que proviene del suroeste de la Península Ibérica, conocida popularmente como aceituna "del país".
El aprovechamiento de este fruto consiste en el consumo directo de la aceituna aliñada con distintos tipos de mojo. Se trata de un producto de muy alta calidad, con un acusado amargor inicial en boca que inmediatamente queda matizado por los distintos sabores de los ingredientes del aliño. No hay un fórmula estricta para su preparación, pero “obligatoriamente” lleva ajos, pimentón, ingredientes aromáticos (orégano, tomillo, laurel, romero, clavo…) y el propio aceite de oliva. A pesar de que el fruto suele consumirse sólo, sus características lo hacen muy apropiado para servir de ingrediente culinario en otras preparaciones. Te recomendamos probarlas trituradas y sirviendo como salsa de acompañamiento en pescados azules fritos o a la plancha (sardinas, caballas, chicharros o atún). O simplemente aliñando unas papas sancochadas o arrugadas.
Y por supuesto, en la elaboración del aceite en las almazaras.
Uno de los ejemplos más destacados de este tipo de arquitectura industrial tradicional es el Molino de Aceite de los Araña o del Valle de Santa Lucía de Tirajana, declarado bien de interés cultural desde 2007. Una almazara similar a los modelos más primitivos donde se puede apreciar el molino y dos prensas de viga. El molino es un modelo de muela giratoria sobre una concavidad de piedra para moler las aceitunas. Se impulsaba con una palanca horizontal que hacía rodar la muela bajo la que se iban triturando los frutos. Las dos prensas de viga siguen el milenario modelo de prensa romana. La pasta molida se colocaba en serones circulares de hoja de palma o capachos, hasta ocho unidades superpuestas. La viga los presionaba lentamente, haciéndola bajar mediante el torno del husillo. De esta forma, la pasta se exprimía dentro de cada serón y salía el aceite que iba a parar a las queseras: unas pocetas o infiernillos hechos de piedra, donde se dejaba reposar para luego separar las impurezas.