La Mina de Tejeda es la obra hidráulica más antigua de Gran Canaria. Sus aguas fueron concedidas al Cabildo por los Reyes Católicos, el 26 de julio de 1501. Y hubo que ejecutar un costoso proyecto para conducirlas desde su nacimiento, situado en la vaguada de El Ancón o Arroyos de La Mina, hasta la boca de un túnel perforado bajo la Degollada de los Molinos, y desde el barranco de Guiniguada hasta la capital, a 44 kilómetros de distancia.
En este trayecto se fueron instalando, a lo largo de los siglos, 20 molinos de agua, que constituyen uno de los aprovechamientos energéticos más interesantes de Canarias. El túnel de Degollada de los Molinos tiene una longitud de 342,5 metros y asoma a la otra vertiente, en el Barranco de La Hoya de Becerra, en Los Molinos de la Cumbre, en la cabecera del Guiniguada. Se perforó desde ambas direcciones a pico y fuego, con gran precisión de las cotas, cuyas obras finalizaron en 1526, tras nueve años de trabajos. Con el agua en la otra vertiente, se trazó una acequia barranco de Guiniguada abajo, para conducirla hasta la ciudad, a lo largo de unos 44 kilómetros.
Para acceder a La Mina, tanto podemos bajar por la Degollada de Los Molinos hasta la boca de entrada del túnel, hoy cerrada, y luego avanzar hasta su nacimiento. O bien tomar la bajada del camino de La Culata, cerca de la Degollada de Becerra, hasta encontrarse con el camino de los Andenes de La Mina y continuar hasta el origen de las aguas.
En el nacimiento de La Mina de Tejeda, a 1.503 m de altura, en Los Ancones el agua brotaba a borbotones, en caudales de unos 30 ó 40 litros por segundo. Por el trayecto de la canalización del agua hasta el túnel principal podemos ver, en algunos tramos, la acequia primitiva, excavada en la roca. Y a unos 400 metros de la boca del túnel del trasvase, las aguas entran por un túnel más moderno, paralelo a los andenes, con varias bocas de ventilación abiertas al camino, por donde se captan las aguas que discurren por el acantilado, a través de pequeños canales.