Pocas veces nos hemos parado a pensar sobre el agua no sólo como un bien de primera necesidad o un elemento capaz de modelar los paisajes de manera natural, sino también como un concepto de dimensión cultural con profundas implicaciones para la creación de los paisajes culturales, la configuración de las ideologías, los hábitos sociales, etc.
De las facetas culturales del agua, proponemos en esta ocasión una reflexión acerca de la extraordinaria riqueza y abundancia de las arquitecturas relacionadas con el agua en Gran Canaria, cuyo número y significados culturales muchas veces pasan desapercibidos.
En un territorio como el nuestro, en el que el agua ha sido desde siempre un bien extraordinariamente preciado, quizás ya desde tiempos prehispánicos, las arquitecturas relacionadas con la captación, almacenaje, explotación y gestión del líquido elemento han venido formando parte integrante del paisaje insular.
Los ejemplos de infraestructuras relacionadas con la captación, canalización y almacenaje son incontables: presas, pozas, charcas, maretas y estanques de todo tipo; acequias, atarjeas, acueductos y puentes; cantoneras y cajas del agua; bebederos, lavaderos, fuentes y pilares; molinos de extracción -los famosos “molinos de Chicago”-; pozos y galerías…
En lo tocante a su aprovechamiento y gestión, podríamos hablar ya de otro tipo de arquitectura, como los molinos de agua que aprovechan su fuerza para la molienda o las espectaculares edificaciones que fueron sede de las heredades de agua, con notables ejemplos en Arucas y Moya. Más recientemente, pero no por ello deja de formar parte del patrimonio cultural, cabe citar las grandes infraestructuras de desalación de agua; al igual que no deja de ser parte del patrimonio el hecho de que, hasta hace bien poco tiempo, los perfiles de los cielos urbanos de las islas viniesen definidos por antenas de televisión y los omnipresentes depósitos circulares de agua con los que abastecer a los hogares durante los frecuentes cortes de suministro.
Las heredades de agua son un claro ejemplo de otra particularidad de la cultura del agua en Canarias: la aguatenencia o propiedad privada del recurso, con la que desde el siglo XV se comercia, se vende, se compra o se hipoteca.
De esta manera, vemos como el agua se convierte en Canarias, en general, y en Gran Canaria, en particular, en elemento modelador de las relaciones sociales, fuente de conflictos y tensiones no siempre bien dirimidos. Recordemos, como ejemplo, la existencia de los “alcaldes de las aguas” en muchos pueblos de la isla, una figura jurídica específicamente diseñada para mediar en los conflictos frecuentes que generaba la tenencia de un bien tan preciado.
En definitiva, el agua no es sólo agua, significa cultura, patrimonio e identidad, y un elemento de primer orden para comprender en toda su dimensión el diseño y la evolución de los paisajes culturales de Gran Canaria.