La representación de Santo Tomás de Aquino fue menos abordada en los repertorios artísticos de Canarias que la de otros santos como santo Domingo de Guzmán o santa Catalina de Siena por su carácter intelectual.

Esta talla es generalmente atribuida al escultor originario de Santa María de Guía José Luján Pérez (1756-1815), uno de los máximos exponentes de la imagenería y del Barroco en Canarias. 

Esta obra perteneció al ahora desaparecido Convento de los Predicadores, que hasta la Desamortización en 1836 fue un importante centro de divulgación de la cultura. Es allí probablemente donde Luján Pérez encontró un material didáctico y artístico que le sirvió de inspiración para su obra escultórica, aunque en esta obra el escultor realizó una representación más original.

El escultor rechazó los esquemas más tradicionales de iconografía del Santo, que lo retrata como Doctor de la Iglesia, con pluma y libro en momento de inspiración divina. Esta representación de Las Palmas de Gran Canaria ofrece una imagen elegante, en comparación con otras que lo muestran como una figura más robusta y achaparrada.

Este santo Tomás de Aquino alza con la mano izquierda la custodia, como defensor de la Eucaristía. Va vestido con el hábito de los predicadores: una túnica blanca y una capa negra. Sus prendas van decoradas con bordes dorados, así como una cadena dorada alusiva a su obra, la Catena Aurea, que no es otra cosa que una serie de recopilaciones de los comentarios que los Padres de la Iglesia hicieron acerca de los Evangelios.

Según el regidor perpetuo de la Isla de Gran Canaria, don Isidoro Romero de Ceballos, la imagen fue tallada en 1803.

Bibliografía:

LAVANDERA LÓPEZ, J.; COVA DEL PINO, J. F. La huella y la senda. : [exposición, Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero - 30 de mayo de 2004]. [s. l.]: Gobierno de Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, 2004. ISBN 84-7947-364-9