La pieza escultórica San Nicolás de Bari forma parte del patrimonio artístico y religioso de la Ermita de San Nicolás de Bari de Las Palmas de Gran Canaria. Dicha ermita da nombre a uno de los barrios históricos de la ciudad que se extiende por los lomos de San Bernardo, San Lázaro y San Francisco. La zona del risco de San Nicolás fue una de las primeras áreas ocupadas tras la Conquista.
Desde mitad del siglo XVI las faldas de los riscos empezaron a ser ocupadas por población mestiza de colonos europeos, moriscos, negros y antiguos canarios. A partir del siglo XVII la ciudad cambia y se extiende en vertical. Tras el ataque pirata del holandés Pieter van der Roes de 1599, que destruyó iglesias, ermitas y todo tipo de construcciones civiles, se inició la reconstrucción de la ciudad marcada por grandes cambios de connotaciones clasistas en la trama urbana. El valor del suelo en las zonas urbanas históricas de la ciudad se eleva y se produce una segmentación de ciertos sectores sociales, de manera que las clases más bajas pasan a ocupar estas zonas de los riscos que, al menos, plantean cierta protección frente a los ataques piratas. A través de los mayorazgos la nobleza impedía la venta de terrenos cultivables por lo que el grueso de la población se dedicaba a servir o a trabajar como jornaleros. La necesidad de mano de obra en la capital provocó una gran movilidad social desde el centro y norte de la isla. Mano de obra que se instaló en estos riscos. La fundación de ermitas con diferentes advocaciones fue dando nombre a los barrios y centrando a la población a su alrededor.
Dentro de las manifestaciones artísticas existentes en el interior de esta Ermita, y que son un reflejo de la religiosidad de la época, destaca la imagen del Santo titular, San Nicolás de Bari. Está escultura de bulto redondo realizada en madera y policromada al óleo está atribuida al escultor Miguel Gil Suárez (1654-1713), ya que en las últimas investigaciones se ha encontrado un contrato fechado el 14 de junio de 1697 ante el escribano Francisco Ortega, en el que el Capitán Juan de Matos encargaba la realización de un San Nicolás de Bari a dicho escultor. Dos años después, en 1699, se iniciaba la construcción de la Ermita bajo la advocación de San Nicolás de Bari. El fundador de la Ermita es el mismo Capitán Juan de Matos, que había encargado la imagen y la tenía guardada en su casa hasta el momento de colocarla en el nicho correspondiente de la nueva Ermita. La primitiva Ermita se construyó en la falda del risco conocida como el Camino de Teror, sobre la acequia de Las Negras, una vez tuvo la autorización del Obispo Bernardo Vicuña y Zuazo. Esta ermita serviría de Hospicio de Nuestra Señora del Pino cuando la imagen fuese llevada en procesión desde Teror a la capital.
Esta obra es una representación tradicional de San Nicolás de Bari vestido como un obispo y tocado con una mitra. Eleva su brazo derecho en actitud de bendecir y debería llevar un libro con tres bolas o panecillos que hacen referencia a tres dotes que pagó el santo, pero no se conserva. Su actitud es hierática y de mirar sereno. Al igual que en otras obras de este escultor como el San Antonio de Padua conservado en la Iglesia de San Juan Bautista de Telde, destaca la riqueza del trabajo de los estofados.
El escultor Miguel Gil Suárez fue un destacado escultor de su tiempo, pero su fama la adquirió como dorador y creador de estofados con los que generaba la ilusión de auténticas telas y brocados. La técnica del estofado, utilizada para simular la riqueza de los tejidos, consiste en aplicar una capa de color sobre el oro y luego con un punzón marcar y dibujar las formas decorativas. Este escultor desarrolló su labor en las últimas décadas del siglo XVIII, en las que el arte canario estaba muy marcado por el uso de formas arcaizantes y repetición de modelos y esquemas tradicionales. El peso de la tradición se debía al rígido marco gremial en el que se formaban los artistas del momento y a los gustos de los donantes y comitentes a la hora de encargar las obras de arte.