Risco es una obra pictórica de José Jorge Oramas (1911-1935) que forma parte de la colección del Centro Atlántico de Arte Moderno. Entre los pintores indigenistas de la Escuela Luján Pérez, Oramas es una figura clave para entender la reinvención del paisaje canario como tema pictórico. Se sabe muy poco de la vida de este artista, excepto que murió muy joven, con tan sólo 24 años.
José Jorge Oramas ejerció desde los 17 años como barbero para ganarse la vida, actividad que combinó con su dedicación a la pintura. Inicialmente pintaba y dibujaba de manera autodidacta hasta que ingresa en la Escuela Luján Pérez en 1.929, que se encontraba en plena recepción de las corrientes estéticas innovadoras procedentes de las vanguardias europeas y americanas que llegaban a sus aulas. La Escuela se hace eco del Realismo regenerado por el impulso teórico del libro de Franz Roh “Magischer Realismus”. Recoge información sobre el cubismo y el poscubismo, así como la influencia del muralismo monumental y revolucionario de procedencia mexicana. Se entrecruzan tendencias vanguardistas de todo tipo que influyen en los artistas que se forman en la Escuela Luján Pérez. Su enfermedad, tuberculosis, no le impidió seguir pintando desde el Hospital de San Martín, donde estuvo ingresado durante largos períodos de tiempo.
Pese a su pobreza y su enfermedad, su pintura no refleja ningún sentimiento autocompasivo. Se considera a Oramas como el gran pintor de la luz, de hecho, todos sus paisajes aparecen despoblados y marcados por una luz estática de pleno mediodía que envuelve la tierra, las casas y la vegetación de una atmósfera casi surrealista. En este aspecto su obra recuerda a la pintura metafísica de Carlo Carrá y lo aleja de otros pintores indigenistas como Felo Monzón, cuyas obras son más dramáticas y emocionales. En numerosas ocasiones escogió como tema para sus creaciones los riscos históricos de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En ellos destacan la presencia de las casas de colores que definen el paisaje urbano. El dibujo es lineal y muy simplificado donde cada elemento está bien definido. La paleta de color empleada es sencilla y pura, ya que rara vez mezclaba los colores, algo que también comparte con el estilo del pintor indigenista Santiago Santana. Poseía una innata capacidad para la síntesis de los volúmenes y un elevado sentido de la combinación primaria del color. Su obra transmite una profunda melancolía porque refleja la idea del tiempo detenido. Los paisajes aparecen petrificados bajo una intensa luz solar.