Esta obra pictórica representa un paisaje marino, concretamente una vista de la Bahía de Las Isletas. En un primer plano se aprecia la casa del Práctico y las barcazas inglesas destinadas al comercio del carbón. Al fondo la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Es un paisaje en el que la mar permanece en calma y se perfilan nubes en el horizonte.
Esta obra del pintor Eliseo Meifrén y Roig (1857-1940) fechada en 1889 fue adquirida por el Partido Liberal Canario y enviada a París para decorar el despacho personal del Embajador de España en Francia, Fernando de León y Castillo.
Desde el siglo XVI la Bahía de Las Isletas era un fondeadero donde los barcos buscaban refugio al abrigo que proporcionaba La Isleta, pero será en el siglo XIX cuando se inicie la construcción del nuevo puerto. En 1852 se promulgó la ley de Puertos Francos para las islas gracias a los esfuerzos del entonces ministro Fernando de León y Castillo. Esta ley significó la base para el desarrollo de las libertades comerciales y en consecuencia el desarrollo portuario y mercantil de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a finales del siglo XIX. Fernando como ministro y Juan de León y Castillo como ingeniero pusieron las bases de lo que en el futuro sería un puerto de carácter internacional: “El Puerto del Refugio de la Luz”.
Las obras, que se iniciaron en 1883, se adjudicaron a la compañía británica “Swaston & Company”, que emplearon materiales e ingenieros también británicos. Desde el punto de vista técnico, el Puerto de la Luz se convirtió en un modelo único entre los puertos españoles y atrajo el interés británico por las islas a causa de su posición estratégica. Inicialmente el capital inglés monopolizó todas las actividades portuarias, como suministro de carbón, varaderos, consignatarias y pequeños astilleros. Posteriormente estas mismas compañías controlarían otros sectores económicos relacionados con el puerto tales como las operaciones bancarias, los seguros, el turismo y la exportación de productos agrícolas.
Las obras de construcción finalizaron en 1903 y, desde entonces, el puerto será para la isla un factor decisivo en su auge económico, tras la grave crisis que supuso la caída del cultivo y venta de la cochinilla. Su excelente ubicación no pasó desapercibida para las potencias europeas que en el siglo XIX lo usaron como base para expandirse por América y África. De hecho, son los ingleses quienes potenciaron el desarrollo de la creación de puertos para poder contar con puertos carboneros, necesarios para su colonialismo sobre el continente africano.
Esta obra pictórica de corte impresionista ubicada en la Casa-Museo León y Castillo en Telde no es sólo un paisaje marino, sino que además es un documento que refleja el momento histórico, lleno de cambios y avances, que se estaba viviendo en la ciudad.
Eliseo Meifrén y Roig llegó a Gran Canaria invitado por el entonces director del Gabinete Literario, Eusebio Navarro Ruiz, a quien había conocido en París años antes. Estableció su residencia en la zona de la playa de la Laja y se dedicó a pintar marinas y paisajes. Llegaron a un acuerdo por el cual, a cambio de una cantidad de dinero, vivienda y gastos de viaje, se comprometía a producir una obra de gran formato y en sentido vertical, ya que serviría para decorar los Salones del Gabinete Literario. Meifrén se había formado en la Escuela de la Lonja, la Academia de Bellas Artes de Barcelona, pero en 1878 se trasladó a París para ampliar sus estudios y allí conoció la llamada pintura “a plein air”, que influirá en su obra futura. Residió en París, viajó por Francia pintando sus playas. Atravesó Italia y recorrió la Península Ibérica. Sus viajes y experiencias le sirvieron para asimilar todo lo que pudiera enriquecer su pintura.
Sus primeros paisajes se caracterizaban por una visión academicista y romántica muy influida por la Escuela de Barbizón, que tuvo su representación en la Escuela de Olot de Cataluña, pero supo evolucionar hacia un lenguaje claramente impresionista en el que predomina el uso de una pincelada suelta y una paleta de colores clara donde se reflejan el aire y la luz. Destacó como paisajista y marinista, sus temas favoritos en su producción artística. Sus paisajes son de una gran serenidad, sin exageraciones o estridencias. Su paleta de colores es muy fría, ya que dominan los azules, grises y plateados, con la introducción de algún rosa y amarillo. Eliseo Meifrén tuvo como seguidores en Gran Canaria a los pintores Néstor Martín Fernández de la Torre, Juan R.Botas Ghirlanda y Tomás Gómez Bosch, aunque con el paso del tiempo cada uno encontraría un lenguaje personal para su obra.