Las manifestaciones rupestres, expresiones artísticas en paredes rocosas de cuevas, grutas o abrigos, son un claro ejemplo de la complejidad social de los antiguos habitantes de Gran Canaria.
Además de las conocidas pinturas de la Cueva Pintada de Gáldar, muestra excepcional y única en Canarias, los antiguos pobladores de la isla colorearon las paredes de sus casas con almagre —un óxido rojo de hierro, abundante en la naturaleza, que daba a las mismas un tono colorado— o pintaron de blanco accesos a estancias.
Pero lo más llamativo, y en lo que nos centramos en este apartado, son los grabados rupestres, diversificados con una gran variedad de tipologías: desde figuras antropomórficas (formas humanas) hasta pinturas zoomórficas (con forma o apariencia de animal), pero también signos alfabéticos líbico-bereberes, reticulares, etc. Entre ellos destacan los triángulos púbicos, representación antiquísima relacionada con el culto a la fertilidad. Un ejemplo es la Cueva de los Candiles, cuyo interior está completamente revestido de este tipo de figuras y presenta el mayor número de grabados rupestres de toda Canarias.