La agricultura y la ganadería han sido las principales actividades económicas de la sociedad tradicional canaria, aunque en la dialéctica con su espacio geográfico, la figura tradicional del agricultor/a aparece como un agente que domina, al mismo tiempo, las estrategias agrarias-pastoriles, hidráulicas, artesanales, silvicultoras, recolectoras y marineras, conformando así un modelo de complementariedad económica.
La variedad del espacio geográfico y las necesidades de autoabastecimiento han determinado, en cada ciclo económico histórico, una agricultura de exportación localizada en la costa, dedicada sustancialmente al azúcar, el vino, la cochinilla, los plátanos o los tomates; y otra agricultura de autoconsumo, extendida tanto en la zona baja como en medianías y cumbres, que producía especialmente millo, trigo, cebada, y explotaba hortalizas y frutales.
La riqueza agropecuaria patrimonial, recogida en las cartas etnográficas de los 21 municipios, suma un total de 3.671 bienes inmuebles, el 40% del total insular.