Gran Canaria ofrece las más variadas estrategias hidráulicas, en el marco de una arraigada cultura del agua iniciada en la sociedad aborigen, que ya desarrollaba sencillas obras y que luego, en la colonización europea, fue generando una nueva, compleja e interesante infraestructura hidráulica, que alcanzó su mayor profusión entre finales del siglo XIX y mediados del XX, con los cultivos de tomates y plátanos. Conserva un total de 4.511 bienes patrimoniales hidráulicos inventariados, el 49,2 % del total de los bienes materiales etnográficos, aunque la cifra real es muy superior, con lo que estamos ante una de las regiones con más densidad en arquitectura e ingeniería del agua.
Engloba elementos variados, tangibles o asociados a la captación, conducción, regulación y gestión del agua (acequias, estanques, pozos, maquinarias, etc.).