Dentro de los conjuntos patrimoniales emergentes se encuentra el derivado de los procesos de manufacturación: el patrimonio industrial.
Lo componen los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico, y está integrado por bienes materiales muebles (máquinas, motores, herramientas, utillajes y artilugios empleados en los procesos de producción) e inmuebles (fábricas, talleres, infraestructuras hidráulicas, etc.).
La isla de Gran Canaria atesora un valioso y heterogéneo conjunto de bienes (muebles e inmuebles) vinculados con antiguas actividades manufactureras que pone de manifiesto la relevancia de un patrimonio prácticamente desconocido y valorado, pero con una identidad, un registro insular y singularidad propia.
Vinculados a este capítulo, destacamos todos los ingenios populares y tradicionales, reconocidos como generación informal de la tecnología; es decir, respuestas adaptadas y anónimas a desafíos que relacionan la capacidad y la necesidad a través de herramientas o máquinas.
Un hecho relevante ha sido, sin duda, la inclusión del “patrimonio industrial” en la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias (2019), integrado en el mismo y como objeto de protección. En este último caso, se consideran merecedores de gestión, conservación y difusión los vestigios industriales de los siglos XIX y XX existentes en Canarias. Esto último supone un indudable paso adelante en las políticas de valoración del patrimonio industrial como parte indiscutible del patrimonio histórico de Canarias.