La pila bautismal de la Iglesia de San Miguel de Valsequillo es más conocida con el nombre de La Pila Verde ya que está realizada en cerámica vidriada de este color. Esta pila bautismal es de procedencia sevillana, concretamente, se cree que procede de los talleres alfareros de Triana, en Sevilla.
La Pila Verde consta de pedestal cilíndrico entorchado y taza de perfil carenado. La decoración de la taza consiste en una sucesión de hileras horizontales alternándose con motivos de jarritas y ramos de piñas, y fajas de medallones que inscriben águilas con las alas desplegadas, símbolo imperial de la Casa de los Austrias reinante en aquellos siglos.
En el caso del pedestal aparecen baquetones diagonales con los que se pretende dar el efecto de pie entorchado como ocurre en la pila bautismal que existe en la Iglesia de la Concepción de La Laguna. Inicialmente esta pieza pertenecía a la Iglesia de San Juan de Telde y se utilizó en los primeros bautizos de aborígenes en la nueva fe. Aparece inventariada en 1552 pero será entre 1770 y 1780 cuando el Obispo manda retirarla, por estar en desuso, y es sustituida por una pila bautismal de mármol. Esta sustitución estuvo motivada por varios factores, por un lado el cambio de gusto artístico y renovación parroquial y, por otra parte, a causa de los desperfectos materiales que presentaba la pila, ya que perdía el agua y los óleos consagrados al celebrarse los bautizos. El hecho de que se constituyese en Parroquia la antigua Ermita de San Miguel Arcángel en Valsequillo favoreció que este bien artístico no desapareciese, ya que en la nueva parroquia se necesitaba una pila bautismal con urgencia.
La Pila Verde se conservó hasta 1800, año en que Don Pedro Hernández Benítez la compró por diez pesos cuando se erigió la nueva parroquia. Su presencia en los inventarios de la Iglesia de San Miguel de Valsequillo data de 1815. El carácter singular de esta pieza viene acreditado por el hecho de que sólo existen cinco piezas de este tipo en las islas y las podemos encontrar en la Iglesia de Santiago de los Caballeros de Gáldar, la Iglesia de San Pedro de Breña Alta, la Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat en Sauces, La Palma, y la Iglesia de la Concepción en San Cristóbal de la Laguna.
En la Península apenas se conservan un total de diez muestras similares. También se ha constatado su presencia en Madeira y su llegada al Nuevo Mundo. Este tipo de pilas verdes y vidriadas llegaron a Canarias alrededor del siglo XVI. Los datos más antiguos sobre estas piezas proceden de Agüimes, ya que en 1518 se mandó poner una pila “verdiaz” que aparece inventariada en el Libro de Fábrica de 1519, pero que en la actualidad está desaparecida, mientras que la Pila de Gáldar se recoge en un Inventario de 1541.
La Pila Verde de Valsequillo y la de Gáldar son muy similares sobre todo si comparamos el aspecto de la taza sobre el pedestal. Se cree que ambas piezas pudieron llegar a Canarias alrededor de 1458. Estas piezas, además de obras de valor artístico, son testigos históricos de su tiempo. No se trataba de piezas baratas, dadas sus grandes dimensiones y su elaboración compleja. Es bastante probable que las trajeran los protagonistas de la conquista de Canarias, de hecho se cree que la llegada de estas pilas a Gran Canaria se realizaría de la mano de Pedro de Vera. La compra de este tipo de piezas sólo podrían hacerla personas con poder adquisitivo y, además, estaban obligados a dotar de objetos litúrgicos de la nueva fe en estos territorios que quedaban a su disposición. En la actualidad, la Pila Verde se sitúa en la nave derecha de la Iglesia de San Miguel de Valsequillo y ha sido objeto de una intervención restauradora que ha permitido devolverle su esplendor original.