El cultivo de tomate para la exportación – sobre todo al mercado británico - fue introducido en las Islas a finales del siglo XIX, continuando con una tendencia ascendente hasta los años sesenta de la pasada centuria. El tomate, junto con el plátano y la papa, protagoniza una de las épocas de mayor expansión económica de las Islas Canarias revolucionando la producción agraria, fundándose nuevas empresas familiares de cosechadores-exportadores de renombre, hasta que fueron absorbidas por las grandes sociedades cooperativistas.
La comercialización del tomate dio origen a una serie de infraestructuras asociadas, entre las que cabe destacar: el almacén de empaquetado, el pozo, el estanque, las aparcerías (viviendas humildes de los trabajadores), etc. Los almacenes de empaquetado son los recintos a los que llega el producto directamente desde el cultivo. En ellos se realiza la tarea de pesado, selección y envasado para su posterior traslado al muelle para ser embarcados a los puertos europeos de destino. La mano de obra era mayoritariamente femenina. A ellas se reservaba las labores de clasificación, empaquetado y etiquetado de los seretos. Por su parte, los puestos de responsabilidad lo ejercían casi siempre los varones (capataz), así como la tarea de carga y descarga.
El almacén o salón de empaquetado tipo está integrado por un edificio (nave), generalmente de planta rectangular y cubierta a dos aguas con planchas de uralita o de zinc que descansan sobre vigas de madera. Suelen ser de dimensiones importantes, interiores amplios y diáfanos, con un espacio central dedicado a las operaciones de empaquetado. La característica predominante de estos recintos era la funcionalidad y la distribución racional de los espacios interiores. Este tipo de construcciones ocupa un papel significativo dentro del panorama actual del patrimonio arquitectónico industrial, especialmente en aquellas comarcas donde la actividad exportadora alcanzó mayor protagonismo, destacando las comarcas del Sur, Sureste y Norte de Gran Canaria.
La Aldea de San Nicolás vivió dos etapas clave en el desarrollo de la agricultura de exportación protagonizada por el cultivo del tomate: la primera, de 1898 a 1905, donde destacan Jaacks, Fyffes, Castillo, etc. Hasta 1936 el empaquetado y comercialización del tomate continúa en manos de firmas extranjeras hasta el "boom del tomate" desde 1946 a 1963, surgiendo grandes grupos agrarios, junto a pequeñas y medianas empresas con un alto componente familiar, constituyendo auténticas sagas de cosecheros exportadores. Entre los ejemplos más relevantes se encuentran:
Almacén de los Picos, propiedad de Juliano Bonny Gómez y construido en los años treinta del siglo pasado. La nave, de casi cuatrocientos metros cuadrados de superficie, llama la atención por su singular fachada, donde se conjugan los trazos rectilíneos con el frontón triangular de remate. Desde este almacén comienza todos los años la fiesta de la Bajada de la Rama. Calle José Antonio Primo de Rivera, nº 79.
Almacenes de la Casa Nueva. Perteneció a los hermanos Hernández Suárez, uno de los grupos hegemónicos de cosecheros-exportadores locales. El bien lo conforman tres naves perpendiculares de planta rectangular y cubierta a dos aguas con planchas de zinc. Calle Doctor Fleming, nº 101.
Almacén de los Velázquez. Sarmiento. Calle Juan del Rio Ayala, nº 6.
Antiguo almacén de empaquetado de los Umpiérrez. Propiedad de una de las estirpes más importantes de empresarios exportadores aldeanos: los Umpiérrez Martel. Playa de Tasarte.