El Conjunto de Albariánez constituye un yacimiento arqueológico inserto en una zona de pinar, lo que no suele ser frecuente en Gran Canaria. En él se localizan dos grandes casas de piedra seca. Cerca se encuentran la Cuevas del Trenzado, a las que también se les supone una funcionalidad doméstica, y algo más alejado el llamado poblado de Vinagrera. Una necrópolis tumular y un tagoror completan el conjunto.
Las casas de piedra seca son de planta interior cruciforme que, en su exterior, muestran una morfología de apariencia circular. El rasgo más significativo de estas construcciones es el gran tamaño de los elementos empleados para su edificación.
En las cercanías de las viviendas antes descritas se localizan las denominadas Cuevas del Trenzado, que tienen como soporte natural un afloramiento de toba volcánica en la que se labraron estos espacios, a los que también puede atribuírseles una funcionalidad doméstica. Este espacio está integrado por dos cavidades artificiales de considerables dimensiones, entre 8 y 10 metros de anchura.
A unos 150 metros de este lugar, aunque integrado en el mismo conjunto que se describe, se ubica el denominado por Jiménez Sánchez como poblado de Vinagrera, constituido por tres casas de planta interior cruciforme y una circular, a la que ha de sumarse una quinta, algo alejada, que muestra como rasgo distintivo su gran tamaño y el espesor de sus muros, de 0,80 metros.
En estrecha relación a estas casas se localiza una necrópolis conformada por, al menos, seis túmulos de morfología circular y cuadrangular. No obstante, el elemento más significativo de los aquí localizados es una construcción identificada como tagoror, quizás relacionada con las prácticas funerarias desarrolladas en este lugar. Se trata de una edificación de planta elíptica u ovoide limitada en buena parte de su perímetro por piedras hincadas verticalmente con una zona de acceso orientada al norte.