En el centro histórico de Ingenio resulta imprescindible la visita a las calles José Morales Ramírez, Arcediano López Cabezas, la calle Nueva y la calle Rueda. En la primera destacan las viviendas construidas a finales del siglo XIX y principios del XX, todas ellas con ornamentación de cantería, y el edificio que ocupa la Oficina Técnica Municipal. De la misma época son las construcciones de la calle Nueva, abierta a finales del siglo XIX.
En la calle Arcediano López Cabezas sobresale un edificio de principios del siglo XIX, ubicado en el número 15, decorado con cantería y rematado con un balcón de madera. Así como el del número 17, adscrito al academicismo de la segunda mitad del XIX.
La calle la Rueda, que da continuidad a la anterior, alberga un edificio en la esquina con Chantre Espino que aún conserva en el sótano la maquinaria del único molino que funcionaba con rueda de hierro.
La calle José Morales Ramírez es de las pocas que todavía muestra, en su primer tramo de edificios, una serie unificada de casas terreras entre medianeras, de perfil quebrado y adaptado a la pendiente, que poseen patios en crujías traseras y presentan una disposición regular de huecos con cantería en todos los elementos ornamentales. Sobresalen los números 12 y 14, casas con patios y crujías de planta alta paralelas a fachada, con huecos de dintel curvo dispuestos tres más tres y balcón central de balaustres metálicos.
En la calle Nueva, en el sector conocido como El Puente, hay una destacable unidad compositiva con viviendas entre medianeras de una y dos alturas, construidas a principios del siglo XX. En sus fachadas hay una generalizada disposición regular de huecos, donde hay balcones de planta alta que tienen antepechos de hierro. Hay que señalar los edificios de dos plantas que ocupan el número 12, con un alzado de tres huecos de dintel curvo y balcón sobre voladizo de cantería en el eje; y el número 13, con un balcón corrido en toda la longitud de su frente, coronado este por una cornisa de cantería.
En el número 15 de la calle Arcediano López Cabezas hay un edificio de principios del siglo XIX, con una sola crujía de dos alturas y un gran patio tras ella. Los seis huecos de dintel recto y recercado en cantería abren regularmente en la fachada, en cuyo eje se sitúa un balcón de madera. Destaca también el número 17, con una fachada de seis huecos y dinteles curvos cuya característica es la incorporación de una serie de listreles paralelos de cantería, que van dibujando y bordeando todos los elementos compositivos. Aquí son las crujías de dos plantas las que, dispuestas en "L", definen un patio interior.
En la esquina de la calle Rueda con Chantre Espino se levanta el edificio que aún conserva en el sótano la maquinaria del único molino que funcionaba con rueda de hierro, colocada hacia 1920. El inmueble, de dos alturas, es típico del academicismo, con huecos regularmente dispuestos y un balcón corrido de hierro.