El conjunto de la Restinga-Llano de las Brujas es un ejemplo destacado de poblado en superficie en las proximidades del litoral. Formado por, al menos, 11 viviendas, debió estar integrado por más edificaciones habitacionales, pero la reutilización de este espacio para fines diversos en épocas recientes ha desfigurado sensiblemente el aspecto original de este enclave.
Emplazado en las proximidades de la desembocadura del Barranco de Telde, el poblado de La Restinga se localiza en una pequeña meseta sobre las que se reparten diversas estructuras en su zona norte y central, aunque resulta complicado observar alguna de ellas. Ocupa un espacio en el que se concitan gran cantidad de recursos naturales que favorecieron el asentamiento permanente de un importante número de personas, y aunque en la actualidad se tenga una perspectiva fraccionada de la ocupación prehispánica de este entorno, no debe perderse de vista que todos los espacios que se describen debieron formar parte de un núcleo poblacional único que, muy probablemente, tuvo unas dimensiones considerablemente mayores que las que hoy conocemos.
A las construcciones a las que cabe atribuir una función doméstica, hay que añadir otras edificaciones a las que resulta más complicado atribuir una funcionalidad específica. Se trata de dos grandes recintos elaborados con la técnica de piedra seca, que algunos autores han identificado con espacios de carácter colectivo, como un “tagoror” o áreas para el encierro de ganado. Asimismo, como en el caso de Tufia, La Restinga presenta varios túmulos funerarios asociados a los espacios domésticos.
Integrado en este mismo enclave se localiza el yacimiento arqueológico del Llano de las Brujas, formado por varias construcciones habitacionales que en algunas zonas aparecen superpuestas a otras, lo que pone de manifiesto el prolongado uso que se dio a este asentamiento, así como las obras de reacondicionamiento que los canarios efectuaron en este lugar a fin de ajustarlo a sus necesidades.
Entre los materiales recuperados en La Restinga cabe destacar un anzuelo realizado sobre concha, similar a los constatados en otros conjuntos de la comarca (Aguadulce o Cendro), y que pone de manifiesto la importancia que debió poseer la pesca entre los canarios que habitaron en este entorno. Además, la datación de una pieza de madera que cumplía la función de quicio de una de las viviendas proporcionó una fecha que sitúa está construcción en torno al siglo V d.C., si bien este asentamiento continuó en uso durante siglos.