El poblado está compuesto por las ruinas de, al menos, cuatro casas de piedra, de plantas cruciformes, un par de túmulos circulares y otras estructuras, tal vez también viviendas, que no dejan adivinar su planta por estar medio enterradas.

Los trabajos arqueológicos desarrollados en los últimos años han exhumado los restos de seis edificaciones en bastante buen estado, entre las que se encuentran distintas construcciones domésticas y una funeraria. Entre los recintos destaca una vivienda de planta circular al exterior y cruciforme en el interior, con la entrada orientada al suroeste. En su interior se identificaron los restos de un hogar en cubeta delimitado por piedras que ocupa la zona central de la estancia principal.

Próxima a esta construcción, en dirección noreste, está presente una estructura circular que presenta como rasgo distintivo su relleno arqueológico, que estaba integrado básicamente por restos de ovicaprinos e industria lítica. Estas características hacen pensar que pudiera tratarse de un espacio destinado específicamente a la manipulación y procesamiento de animales domésticos.

Forma parte de este conjunto un espacio funerario conformado por una cista de grandes dimensiones (más de 4 metros en su eje mayor) rodeada por una construcción oval de piedras que la circundan. Se han identificado restos esqueléticos que plantean la posibilidad de que el recinto funcionara como un osario colectivo.

Al igual que otros yacimientos arqueológicos de la isla, este presenta las trazas de su reutilización en fechas posteriores al fin de la Conquista de Gran Canaria, como así se atestigua en este caso por la presencia de un horno de cal (construcción circular próxima a las viviendas) y por los cambios en las técnicas y soluciones constructivas introducidas en las edificaciones, como el pavimento de cal en una de las viviendas, por ejemplo.