Esta ermita dedicada al patrono de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, fue erigida en 1672 por el canónigo Juan González Boza, y su edificación se enmarca dentro de los cambios socioeconómicos y urbanísticos que sufre la ciudad en la primera mitad del siglo  XVII.

Ya en 1662 su fundador dirige una solicitud al Cabildo Catedral expresando su deseo “de fabricar en esta ciudad una ermita para colocar en ella al Señor San Juan Bautista y asimismo colocar en su principal altar una imagen de Nuestra Señora de la Antigua, vera efigies de la que está en la Santa Iglesia de Sevilla, que al presente tengo para dicho efecto”. Ambas devociones se mantienen aún en este templo. Fallecido en 1693 y dejando a los dominicos del cercano convento de San Pedro Mártir la celebración de misas, nombra como patrono al capitán don Francisco de Matos, Regidor perpetuo de la isla, y a su mujer, Doña Leonor de Coronado, su sobrina.

 Los bienes  vinculados a la ermita no fueron suficientes para el mantenimiento de la ermita lo que provocó en las siguientes centurias un estado de abandono.

Con la aparición de los llamados “riscos”, emergen construcciones religiosas asociadas a estos asentamientos, siendo esta ermita un claro ejemplo de ello, con arquitectura de tradición mudéjar, construida en piedra y barro. Seguramente se utilizó material del lugar para su construcción, ya que en esa época, el cerro de San Juan servía de cantera para las obras de la Catedral de Santa Ana.

Pocos datos se conocen de su construcción y de las remodelaciones que a lo largo del tiempo se han realizado. Siguiendo el esquema de la mayoría de las ermitas capitalinas, es de planta rectangular cuyo buque de la nave se halla cubierto por una armadura de par e hilera separado del presbiterio por un arco toral de medio punto y recubierto a su vez por una armadura a modo de ochavo con tirantes.

En el exterior se manifiesta elementos peculiares de la arquitectura canaria de origen mudéjar combinado acertadamente la mampostería encalada, la cantería y la madera.

Su interior es un combinado de lo mejor de la producción canaria y foránea: artesonado y trabajo en madera a la manera de lacería morisca y lienzos de buena factura. Y esto, una vez más es lo que atrae: calidad de formas  y ejecución, así como por la representación de unas de las iconografías menos conocida en los templos de la isla.

El retablo dedicado a la Virgen de la Antigua en el presbiterio, es de factura barroca y esmerada traza, con hornacina para ubicar las esculturas de San Juan Bautista y San José; en el centro se emplaza el lienzo de Nuestra Sra. de la Antigua. Este retablo fue levantado en las últimas décadas del siglo XVII por carpinteros canarios.

La Virgen de la Antigua representa a la Virgen María con el Niño en brazos  y una pequeña rosa como símbolo de pureza. Acompaña a las figuras centrales dos ángeles a los lados que la coronan y un tercero que extiende sobre su cabeza una filacteria con la leyenda Ave María. Esta representación con cierta apariencia orientalizante, es insólita en Canarias. La advocación, difundida por los franciscanos, difiere de todas las que se han visto en las Islas sobre esta temática, y recuerda al lienzo que se custodia en Sevilla. El autor, Pedro de Camprobín la ejecuta hacia 1650. Este pintor fue miembro fundador de la Academia de pintura de Sevilla en 1600 y uno de los pintores emblemáticos del Siglo de Oro.

Así mismo cabe reseñar el retrato de su fundador, D. Juan González Bossa, uno de los pocos retratos de comitentes que se conservan. También el lienzo de San Miguel Arcángel de tamaño considerable y de muy buena factura, al igual que el lienzo de San Nicolás de Tolentino, de un cromatismo impecable en el que con inusitado detallismo se nos muestra el santo en actitud orante ante Cristo en Magestad, la Virgen y santos.

Sin olvidar la magnífica talla del santo patrono San Juan Bautista, reseñar lo encontrado en las últimas restauraciones de la ermita; se trata de una pintura mural del Cordero Místico sobre el arco toral.

Su apreciado patrimonio histórico y artístico nos expresa un modo de cultura de manifiesta tradición popular, de gran valor etnográfico para nuestra historia e identidad.

 

Ver  obra pictórica Virgen de la Antigua

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR