El barranco Guiniguada termina su cauce de 22 kilómetros en Las Palmas de Gran Canaria. Aunque en la actualidad una autopista pasa por encima de él, en su desembocadura han existido varios puentes que comunicaban los barrios de Triana y Vegueta.
El número de puentes construido a lo largo de la historia en este tramo es relativamente elevado, debido a que las caudalosas bajadas de agua y materiales que bajaban de la Cumbre tras lluvias torrenciales se llevaron consigo varios de ellos. Los dos últimos puentes que se erigieron se conocían como el de Palo, el más cercano al mar, y el Puente de Piedra, el último en construirse.
El nombre oficial de este era Puente Verdugo, pues fue financiado por el obispo canario Verdugo y Albiturría, quien destinó parte de las rentas del Episcopado a su construcción. Comenzaron las obras de cimentación en 1814 y concluyeron a finales del año siguiente.
Se trataba de un puente de sillería de tres ojos. El nombre por el que se le conocía se debía a la piedra azul de Arucas con la que se construyó. En cada una de las esquinas se colocaron cuatro pedestales de la misma cantería sobre los que se colocaron cuatro estatuas que representaban alegorías de las cuatro estaciones. La representación de esta temática estuvo muy de moda en el siglo XIX. La escultura pública desarrollada en Canarias tuvo un desarrollo menor en comparación con América y Europa, debido tanto a la inferior situación económica como al menor desarrollo urbanístico y arraigo de la escultura ornamental. Pese a esto, el Ayuntamiento de la ciudad hizo llegar desde Génova una década después de la inauguración del puente las cuatro esculturas de alegorías de las estaciones.
En el siglo XX se construyó un nuevo puente que sustituyó al de Verdugo pero mantuvo las esculturas. En los años 70 cambió radicalmente esta zona al iniciarse las obras de soterramiento y asfaltamiento del barranco para la creación de una autopista que conecta con el centro de la isla. Las estatuas fueron temporalmente desmontadas para luego ser vueltas a colocar en nuevos pedestales, también de cantería azul, a ambos lados de la carretera.
Las esculturas representan a la Primavera como la diosa Flora, una mujer joven con flores, el Verano como un joven robusto con trigo cosechado en brazos, el Otoño como la diosa Venus cargada con uvas y el Invierno como un hombre anciano con fuego. La estatua original de la Primavera se fracturó y hubo de ser sustituida.
Bibliografía
HERRERA PIQUÉ, Alfredo (abril 1980). Las Cuatro Estaciones. Revista Aguayro Caja Insular de Ahorros de Canarias, núm. 122, 17-20.
QUESADA ACOSTA, Ana María (2008). La escultura en el espacio urbano de Canarias. Anales de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.: RACBA, (1), 161-183.