La historia de Fontanales posee un elemento fundamental para iniciar su trayectoria urbana: la Real Cédula de Felipe IV en 1645. Este otorgamiento real supone el comienzo de la historia reciente de Fontanales, donde la arquitectura jugó un papel destacado.
Los distintos ejemplos constructivos, de uso residencial en su mayoría, fueron erigiéndose progresivamente en los alrededores de la primitiva ermita de San Bartolomé. Producto de esta línea temporal se erigen distintos inmuebles de variada estética, pudiendo destacar los de carácter academicista unidos a un aire tradicional visibles en los ejemplos levantados sobre los números 2, 3, 4, 5, 7, 8, 10 y 11 de la plaza. Estos bienes destacan en la sencillez de sus líneas, así como en los certeros trabajos de cantería y las cubiertas tejadas a dos o cuatro aguas.
Otras edificaciones de mayor contemporaneidad son acogidas por las primeras décadas del siglo XX a través de los inmuebles números 6 y 12, cuya estética atisba un cierto eclecticismo.
El pueblo de Fontanales posee otros reductos de interesantes muestras arquitectónicas y estilísticas, como puede observarse en el frente arquitectónico de la calle Párroco Juan Díaz Rodríguez, junto a otros emplazamientos del centro histórico.