La calle Bravo Murillo ocupa el lugar donde estaba la antigua muralla norte de la ciudad, que encerraba el casco antiguo y noble de Vegueta-Triana y llegaba hasta lo alto de la ladera, donde aún pueden observarse sus ruinas. Destaca el edificio del Cabildo de Gran Canaria, uno de los grandes modelos de la arquitectura racionalista española que fue proyectado por Miguel Martín Fernández de la Torre (1932).

La calle Bravo Murillo contempla una serie de edificios residenciales racionalistas proyectados entre 1930 y 1936, aunque sus fachadas muestran variados modelos. En el número 32, proyecto de Miguel Martín, encontramos estilemas ya clásicos del racionalismo, como marquesinas, carpintería de perfilería delgada, disimetría, “urbanidad”, ausencia de decoración, etc. La del número 36, aún protorracionalista, conserva axialidades, molduras y carpinterías anacrónicas, destacándose el volumen sobre cubierta con hueco corrido en esquina y porche bajo marquesina. La fachada del número 38, proyectada por Richard E. Oppel, muestra la fuerza compositiva de las ondas de claroscuro con los volúmenes de las terrazas que se definen contra el macizo de la esquina; las carpinterías de las plantas altas (corrida en la primera, alineada en la segunda) marcan la diferencia entre ambas. La importancia de la Casa Ponce Arias, situada en el número 25, de Miguel Martín, viene de su enfrentamiento con el edificio del Cabildo con el que forma una virtual puerta al barrio de Triana.

El Cabildo de Gran Canaria fue proyectado por Miguel Martín Fernández de la Torre (1929-1932). Probablemente participa en los últimos dibujos el arquitecto alemán Richard E. Oppel, además lo construye; amplía en una planta más Eduardo Laforet a partir de 1938. El edificio se ubica en un solar casi cuadrado, en esquina, con la fachada retranqueada a la calle Bravo Murillo -con terraza y porche de acceso- y la de la calle Pérez Galdós alineada, aunque formando un “gradiente” a base de perpendiculares a la línea principal.

La planta se estructura en “L” en torno al Salón de Actos, situándose la escalera principal en el ángulo de la “L” y los despachos en sus dos brazos, abiertos a la fachada. En la medianera de la calle Pérez Galdós se acomoda otra escalera, de servicio, que pasará a configurar un elemento compositivo de gran importancia. El encuentro con la medianera es, también, importante en la calle Bravo Murillo; aquí los huecos y terrazas se detienen antes del final y es ese paño ciego el que continúa en horizontal conformando la marquesina de acceso de vehículos, que se extiende hasta alinearse con las demás fachadas de la calle.

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