En el Plan de Laureano Arroyo para la ciudad (1896), la calle Perojo formaba parte de una vía de primer orden que llegaba hasta el Puerto, como salida al norte de la Ciudad a lo largo de una línea equidistante del mar y la cornisa. Al configurarse la prolongación de la calle Triana, dicha operación urbanística quedó abortada, adquiriendo la calle Perojo un valor casi arqueológico. Así y todo, la calle es modelo de la formación de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, donde se prueban los nuevos tipos de vivienda.
Configura un conjunto de gran calidad arquitectónica, formado por edificios de vivienda de dos y tres plantas proyectados entre 1904 y 1931 por los arquitectos "del ensanche", Laureano Arroyo y Fernando Navarro, que realizan la mayoría de ellos, hasta Rafael Masanet, claramente modernista, y Miguel Martín, con las primeras casas adscritas al racionalismo. Una tipología de viviendas, proyectada de una sola vez, cuya nueva parcelación en un ensanche son los valores que fundamentan este conjunto histórico.
La calle debe su nombre al periodista y diputado José Perojo y Figueras, que nos representó en el Congreso de los Diputados entre 1905 a 1907. Conocido por su defensa de los intereses canarios, su repentina muerte en el escaño causó un gran impacto en la ciudadanía de entonces. Al cumplir el primer aniversario de su muerte, se decide dedicar una de las calles de la capital a su memoria.
El planteamiento del ensanche inicial, fuera de la Portada, vendría condicionado por la necesidad de establecer una política urbanizadora que albergara a la nueva burguesía y dotara de viviendas de alquiler a la clase media trabajadora. Hasta el Decreto Municipal de 1908, en que el Ayuntamiento prohíbe su edificación, el primer tipo de vivienda en el ensanche era el de la casa terrera que será sustituido por viviendas de dos o tres plantas, ya comunes en el resto de la ciudad interior, esta decisión coincidió con el inicio de la construcción de la calle Perojo, por lo que sus arquitecturas y las del entorno inmediato, reflejan también una situación nueva en la ciudad; se trata de un suelo libre de antecedentes edificatorios que se parcela y construye fijando las tipologías de una sola vez.
Así pues, la calle Perojo se convierte en un modelo de parcelación y construcción, con arquitecturas de gran calidad que van del academicismo de la primera década, al romanticismo de los años treinta, pasando por toda la variedad ecléctica. En el análisis de distribución de Perojo, nos encontramos con que, sobre manzanas rectangulares, se desarrolla un esquema parcelario con lotes de 9 a 12 metros de fachada y de 25 a 30 metros de profundidad, dejando un patio trasero y recomendándose un 88% de ocupación. Las plantas siguen dos variantes tipológicas. El primer tipo tiene una vivienda por planta, con dos zaguanes independientes, el corredor en el eje de simetría y una disposición de estancias en profundidad según el siguiente orden tripartito: salón-gabinete-alcoba en fachada, dormitorios en las crujías intermedias y comedor-cocina-servicios. El segundo tipo se define por un esquema circulatorio en torno a un patio; en planta alta, el corredor-galería cumple el mismo papel que en el primer tipo, pero abierto al patio. Los alzados son académicos con revestimientos eclécticos que prestan al conjunto gran homogeneidad.