La montaña de la Cruz del Saucillo, entre la Vega de San Mateo y Valsequillo, fue antaño un punto de referencia de primera tierra y marca para pescadores y marineros del noreste insular, gracias a una cruz colocada en lo alto. La tradición cuenta que unos marineros gallegos, en pago de una promesa tras sobrevivir de un temporal, colocaron allí, en tiempo inmemorial, una gran cruz que luego tomó el nombre de la Cruz del Navegante o Cruz del Saucillo.
A finales del siglo XIX, la primitiva cruz de madera debía estar deteriorada por lo que, a su lado, se levantó otra nueva de mayores dimensiones, seguramente la que hoy se halla en el suelo, junto a la actual de obra de fábrica levantada en 1919.
Cada 2 de mayo, aún se mantiene la tradición de engalanar la Cruz del Saucillo, aunque sin el esplendor de antaño, cuando se congregaban gentes llegadas de La Hoya del Gamonal, San Mateo, Tenteniguada e incluso de Tirajana.
Las cruces de caminos, degolladas y montañas indicaban tradicionalmente la proximidad de un caserío y servían de descanso a los cortejos fúnebres. Se levantaban como promesas colectivas o individuales, en actos misionales o como calvarios de advocaciones religiosas, o bien como testigos de defunciones in situ, que a veces la toponimia inmortalizaba. A estas se añadieron después las cruces del siglo, colocadas en los puntos más visibles por orden papal, en 1901, para dar la bienvenida al siglo XX.
Cada mayo se celebra el Día de la Cruz. En la sociedad tradicional constituía toda una fiesta y un rito que empezaba la víspera con la enramada de una pequeña cruz, en la puerta de cada casa y continuaba con las cruces mayores de caminos y montañas, donde acudía la vecindad cercana.
La colocación de la Cruz del Saucillo o del Navegante fue recogida en Isla Azul, por Pablo Artiles, en 1937, en los siguientes términos: «Fue célebre la fiesta que el 8 de junio de 1884 allí se celebró para colocar una (cruz) nueva, supliendo a la primitiva puesta por unos marinos que habían hecho esta promesa. Toda Gran Canaria se congregó en el roque ese día.»