La Fiesta de Nuestra Señora del Pino tiene su origen en relatos cargados de fantasías sobre las primeras incursiones europeas, en tiempos de la Conquista, y la localización de una imagen de la Virgen en un pino que ya era sagrado para la sociedad aborigen. Con probabilidad, dicha imagen fue colocada allí por los primeros misioneros franciscanos. Esta localización dio paso a la leyenda posterior y a la consecuente peregrinación al lugar.
Después de 1936 la Fiesta del Pino entró en decadencia, hasta que el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Teror deciden recuperarla en 1952. Para ello, comienzan a organizar un tipo de romería-ofrenda de carácter institucional en la víspera del Pino, con carretas representativas de los municipios, acompañadas de cantos folclóricos y productos de la tierra para la Virgen. Un espectáculo que se consolida y se traslada, en los años ochenta y noventa, a varios pueblos en sus festividades patronales.
En 1514 la primitiva ermita de Santa María de Terore, anexa al viejo pino santo del que colgaban sus campanas, fue declarada ayuda de parroquia del Sagrario de la Catedral de Santa Ana y, con el tiempo, se convirtió en la principal advocación religiosa de la isla, Nuestra Señora del Pino. En 1684 el pino fue abatido por un viento huracanado y en su lugar se levantó, a principios del siglo XVIII, la Torre Amarilla que aún subsiste junto a la Basílica. En este momento ya estaba consolidada la Fiesta Mayor de Gran Canaria, una red de peregrinaje por todos los caminos, que conduce a Teror cada 7 y 8 de septiembre.