Este Bien de Interés Cultural es un curioso malacate instalado hacia 1850 por don Agustín del Castillo y Bethencourt, IV Conde de la Vega Grande, en su hacienda de Jinámar, donde llevó a cabo gran parte de sus experiencias agronómicas e hidráulicas.

Se trata del ingenio hidráulico histórico para extracción de agua de pozos más importante de Canarias. La Noria de Jinámar consta de cinco elementos bien definidos: el pozo (13,9 metros de profundidad y 6 de diámetro, además de 2 kilométricas galerías), las obras de fábrica (una torre en mampostería ordinaria y cantería azul cubierta de un armazón de madera y las dependencias anexas), el mecanismo de elevación de las aguas situado dentro de la torre y el pozo (malacate, cigüeñales, varillas, bombas de pistón y tuberías), el estanque regulador anexo a la obra de fábrica y las canalizaciones que alcanzaban el fértil valle de Jinámar.

Sobre el pozo, a partir del brocal, se levanta la obra de fábrica. Es una torre de bella arquitectura, que alcanza unos 18 metros de altura. Presenta una sección circular interior con ocho vértices exteriores, que se corresponden con la base de unas columnas unidas en el techo de la obra por arcos de medio punto, a modo de contrafuertes. Estas columnas exteriores no sólo sostienen toda la obra, sino que soportan la plataforma del techo, de base octogonal, por donde circulaban las bestias que accionaban el malacate. Y junto a la torre están unas dependencias anexas que debieron ampliarse posteriormente cuando el malacate-noria fue sustituido por sucesivos motores térmicos.

El artilugio antiguo de La Noria, que aún subsiste en su mayor parte, es el mencionado malacate y árbol-cigüeñales, ubicado en la plataforma del techo de la torre. Este malacate se movía a través de cuatro palancas en cruz, impulsadas por la fuerza de cuatro potentes bueyes. Con este movimiento circular se accionaba, mediante árboles y ruedas engranadas de desmultiplicación, a los tres cigüeñales construidos en una misma barra de hierro. En estos cigüeñales se acoplaban los respectivos vástagos o varillas que bajaban hasta el fondo del pozo y que, con su movimiento lineal de sube y baja, tiraban de su correspondiente bomba de pistón.

A finales del siglo XIX se colocó un segundo cuerpo de bombas accionado primero por una máquina de vapor y luego por un motor de gas pobre. El sistema se perfeccionó entre 1932 y 1936 con un nuevo cuerpo de bombas accionado por un motor diésel marca Tangye de 73 CV.

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