El conjunto de cuevas artificiales de habitación denominado hoy Las Cueveras en Montaña Blanca, en el margen izquierdo del barranco de Tenoya, constituye el poblado más importante del tramo final de este barranco.
Se trata de un poblado troglodita situado en alto, lo que permite el control y dominio de una amplia vega y en el que los antiguos canarios ejercieron su principal actividad económica: la agricultura. De distinta tipología, amplitud y funcionalidad, apuntan a la existencia de una importante población aborigen en la zona.
El conjunto está integrado por numerosas cuevas artificiales de dispar morfología, cuyas plantas y organizaciones internas responden, a todas luces, a los diversos usos que se confirió a cada uno de los ámbitos excavados en la toba. En varios casos, es posible observar las ranuras labradas en torno a la boca de las cuevas, que debieron servir como soporte al cierre de las mismas. Las puertas estarían confeccionadas en madera, resistente a las inclemencias del tiempo, que serían encajadas en estos canales labrados al efecto.
Las cuevas se encuentran asociadas a espacios de almacenamiento que también fueron acondicionados mediante su excavación en el mismo soporte natural en el que se enclava el poblado. Pueden observarse silos realizados tanto en el suelo como en alacenas que ocupan algunas de las paredes de los espacios domésticos.
Como en otros poblados en cuevas artificiales, el espacio de hábitat se organiza mediante la realización de pasos, accesos y escalones también realizados en la toba. La ordenación de las áreas de residencia de esta población es una muestra de la capacidad de estos grupos humanos de transformar el entorno en función de sus necesidades, especialmente en espacios en los que se presupone pudo existir un número elevado de ocupantes, como podría ser Las Cueveras en Montaña.