Las cadenas o bancales constituyen una de las estrategias más singulares para acondicionar terrenos de cultivos en zonas de laderas, sobre todo en los valles y espacios montañosos, con poco suelo llano.
Son el resultado de la sorprendente adaptación o dialéctica del ser humano con un medio poco generoso a ofrecer superficies de cultivo, lo que ha generado un paisaje agrario muy singular de plena integración y de gran belleza plástica, y la labor ingeniosa de los maestros pedreros.
En Gran Canaria destacan por su gran densidad los bancales de El Hornillo (Agaete); Las Cuevas, Coruña, Lugarejos o Barranco Hondo (Artenara y Gáldar); Arbejales-San Isidro (Teror); Acusa, Taguguy, El Carrizal (Artenara-Tejeda), Tirajana y otros muchos más.
Sin embrago, la mayor densidad la encontramos en la parte alta de la Vega, en la zona de Las Lagunetas, donde presentan un singular plegamiento a las curvas de nivel de un terreno densamente cubierto por vegetación.