Esta zona arqueológica con manifestaciones rupestres se ubica en el margen izquierdo del Barranco del Inciensal o Barranco del Cardón en las proximidades del lugar conocido como Lomo de Las Casillas. La estación de grabados rupestres para la que se propone su delimitación se ubica a unos 350 metros sobre el nivel del mar y a unos 10 metros sobre el cauce del mencionado barranco, localizándose sobre una colada lávica perteneciente a la fase de reactivación volcánica de Gran Canaria.
Las manifestaciones rupestres se integran en un conjunto formado por un grupo de seis cuevas naturales y artificiales que, a juzgar por las evidencias presentes en superficie, corresponden a cavidades de filiación prehispánica que han sido reutilizadas luego para el encierro de ganado. En las proximidades de la cueva de posición más occidental del conjunto, sobre diversos afloramientos verticales de basalto, se identifican varios paneles de grabados rupestres que, mayoritariamente y desde el punto de vista técnico e iconográfico, pueden considerarse de factura prehispánica.
El soporte natural en el que fueron hechos los grabados rupestres corresponde a una colada basáltica de carácter basanítico-nefelinítico, de colores grisáceos y negruzcos, muy masiva y compacta, si bien presenta fracturas irregulares planares subverticales debido a la contracción térmica durante su enfriamiento. Esta colada basanítica se intercala entre materiales piroclásticos, cuya ductilidad facilitó la excavación de las cavidades artificiales a las que antes se aludía.
Entre las unidades de manifestaciones rupestres documentadas pueden distinguirse dos grupos en lo que respecta a las iconografías y las técnicas empleadas en su ejecución, además de la distancia física que separa a unas y otras. De un lado, se identifican dos paneles integrados por sendos reticulados realizados con técnica incisa muy superficial mientras que en los tres restantes los motivos, ejecutados mediante picado, son figuraciones antropomorfas y alfabéticas.