El consumo de gofio en Canarias se remonta a la época aborigen, donde era el alimento básico de la población. La elaboración de harina de cereales (preferentemente millo o trigo) cernidos y tostados, dio lugar a un importante patrimonio industrial: molinos de sangre, de viento, de agua y de fuego. El paso del tiempo y el cambio en la dieta alimenticia han provocado el abandono y la progresiva desaparición de un importante número de ellos. No obstante, los molinos de gofio que han llegado hasta nuestros días constituyen uno de los legados patrimoniales más singulares del pasado económico de la isla.
Entre los molinos históricos accionados por la energía eólica se encuentra el ubicado en la zona del Toril, en Carrizal de Ingenio, instalado a finales del siglo XIX por parte de la familia Peña Alemán. Se trata de un molino de pivote, estructurado en tres partes diferenciadas: la torre, la maquinaria y la casa. La torre, de madera, sobresale de la cubierta de la sala de máquinas a través de un orificio circular protegido por un paraguas o farol, que impide la entrada del agua al interior del edificio. De estructura cuadrangular, sostiene todo el mecanismo, apoyándose sobre un pivote metálico que gira sobre una plancha de hierro dispuesta en la base. En la parte superior encontramos la rueda dentada, con su eje, el husillo y las aspas, de las que solo se conservan tres de ellas. La maquinaria de molturación, integrada por dos piedras, la tolva y la canaleja, se emplazan en el centro del inmueble. El funcionamiento era muy simple: las aspas reciben la fuerza del viento y la trasmitían a la rueda dentada; ésta engrana con el husillo que, por medio del eje vertical, dirige el movimiento a la muela superior, haciéndola girar sobre la fija inferior y generando así la molienda. La construcción sobre la que descansa la torre es de planta cuadrangular, a base de piedra y cal, con cubierta adintelada.
El estado de conservación de este bien industrial es preocupante, habiendo perdido varias de las piezas originales. El Ayuntamiento de Ingenio, consciente del valor histórico del mismo, redactó hace varios años una propuesta de rehabilitación con el objeto de incluirlo como un punto de interés turístico. Desafortunadamente, el proyecto aún no se ha llevado a efecto.
El molino del Toril, junto con el que se encuentra en el Museo de Las Rosas (Agüímes) son los únicos que se conservan de esta misma tipología en la comarca Sureste, de los siete que existieron en su momento.