Es el último de los catorce molinos que, dentro del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, molían con el agua del Guiniguada y de La Heredad de Vegueta y, posiblemente, el más antiguo de Gran Canaria. Está dentro de la ciudad, poco antes de la desviación de El Batán, frente a la antigua cárcel de Barranco Seco.
En esta zona se construyeron a finales del siglo XV los primeros molinos de agua para moler grano y para accionar los ingenios azucareros, uno propiedad del gobernador Pedro de Vera y otro del alférez mayor Alonso Jáimez de Sotomayor (movido por caballerías). Además, la zona debió tomar el actual topónimo de El Batán por la existencia de un artefacto hidráulico para el bataneo de las pieles.
Perteneció a la casa condal de la Vega Grande y Guadalupe y estuvo activo hasta mediados de la década de 1960. Aún conserva su obra de fábrica el salón del molino, el cubo y el canal.