En el entorno de la Montaña de Arinaga se ubica un enclave de interés arqueológico, que contempla un conjunto de cuevas artificiales, unos espacios de habitación labrados en la roca.

En sus proximidades y claramente vinculado a este conjunto, en un lugar conocido como Punta de la Monja, se localiza uno de los escasos ejemplos de "concheros" conocidos en Gran Canaria. Estos corresponden a importantes acumulaciones de materiales, especialmente conchas de moluscos, que se asocian a la explotación de los recursos marinos, complemento proteínico idóneo de la dieta habitual de los antiguos habitantes de Gran Canaria.

Este espacio presenta un elevado interés, ya que, además de los yacimientos arqueológicos, se localizan algunas salinas, así como diversos hornos de cal. Constituye un área con un indudable valor histórico que permite conocer como la población que habitó en esta comarca del sudeste de Gran Canaria, a lo largo de los siglos, hizo uso de este medio y de los recursos que ofrecía. Se trata, pues, de una muestra evidente de los diversos mecanismos de adaptación emprendidos por una población que ha tenido que sacar el máximo rendimiento a su entorno natural, en función de sus necesidades.