Los órganos han jugado un papel fundamental en la liturgia de la Iglesia desde la Edad Media, lo que explica que su construcción y desarrollo estuvieran vinculados al estamento religioso y a los recursos económicos disponibles. En la Catedral de Santa Ana nunca faltaron órganos y así los encontramos desde 1521 ofreciendo esplendor a los cultos religiosos de este espacio. El que hoy podemos encontrar en la Capilla de San Jerónimo es el órgano conocido popularmente como Órgano de Rocafort.
Se le conoce con este nombre porque el organista oficial fue el músico Luis Rocafort quien lo tocó hasta 1880, posteriormente le sustituyó Santiago Tejera. El instrumento fue realizado por Antonio Portell Fullana, quien vino desde Valencia para construirlo “in situ” por la cantidad de 31.716 reales. Se estrenó en diciembre de 1862.
En la actualidad se conservan en Gran Canaria un total de 21 órganos históricos de diferente procedencia que aportan una gran riqueza a nuestro patrimonio instrumental. El de la Iglesia de Santa María de Guía es el único de origen italiano. Los de la Ermita de San Telmo y el de la Iglesia de Valleseco son alemanes y los de Santo Domingo y Agüimes proceden de la escuela española.