En la segunda mitad del siglo XIX, Francisco Jareño y Alarcón fue el encargado de diseñar los planos del futuro teatro Tirso de Molina, hoy Teatro Pérez Galdós, pero el edificio fue destruido por un incendio en 1918. Su proceso de reconstrucción finalizó de la mano del arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre quien en 1925 integró en su equipo a su hermano Néstor para que se ocupase de la decoración de los interiores. Entre los dos diseñaron espectaculares acabados, ocupándose desde la elección de la cerrajería hasta el diseño y realización de las vidrieras, en colaboración con la Casa Maumejéan, tallas en madera o pinturas que dieron vida a un edificio muy especial, donde se conserva una de las pocas manifestaciones de pintura mural simbolista existentes.
Néstor decoró con sus pinturas el friso que aparece sobre la boca del escenario en la sala de espectáculos y el Salón Saint-Saëns, dedicado al director y compositor francés Camille Saint-Saëns, que había sido nombrado Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria por sus largas estancias en Gran Canaria y su integración en los círculos sociales y culturales.
Estas pinturas las realizó entre 1925 y 1928 y aunque hoy en día se consideran como uno de los mejores trabajos de este pintor simbolista, escandalizaron al público de la época. Las pinturas que decoran el escenario de la sala de espectáculos reflejan el entusiasmo de Néstor por la obra de Miguel Ángel y las cantorías de Donatello y Della Robbia. Se representa a Apolo y a las musas: Talía, musa de la comedia, y Melpómene, musa de la tragedia, formando una estructura piramidal. A su alrededor a modo de friso un grupo de niños desnudos con guirnaldas de frutas y cortinajes.
El Salón Saint-Säens es el espacio de descanso dentro del Teatro. De planta rectangular se presenta como un espacio elegante y diáfano que da paso al anfiteatro y al palco de honor. La decoración desarrollada por Néstor en este espacio no narra ninguna historia. La técnica de ejecución de estas pinturas, que aparentan ser pinturas murales, es óleo sobre tela de cáñamo. Estamos ante un friso que se convierte en una explosión de color y fantasía con niños o jóvenes de aspecto andrógino que llevan una guirnalda que recorre toda la estancia adaptándose al espacio arquitectónico. Son indolentes efebos y mujeres andróginas con abundantes frutas como plátanos, uvas, membrillos y los papagayos multicolores que proporcionan al conjunto un aspecto tropical, evocando las riquezas de las Islas Canarias. Sensualidad, Irrealidad y atrevimiento cromático forman parte del lenguaje característico de la obra de Néstor.
El pintor es considerado como uno de los mayores representantes del Simbolismo, un movimiento artístico que heredó del Romanticismo la reacción contra el formalismo académico y el realismo, anticipando la llegada del Surrealismo y del Modernismo debido a su fascinante y variada paleta de colores y su temática onírica y fantástica. Este pintor cosmopolita se formó en la Península y estudió en Londres la obra de los prerrafaelistas y el Simbolismo, mientras que en París se forjó como creador modernista desarrollando una producción muy personal, no sólo de obras pictóricas, sino de decoraciones de obras teatrales, musicales o de danza. Los temas frecuentes en su obra están ligados al amor, la muerte, la mitología y siempre caracterizados por una sensualidad provocativa llena de color.