El Retablo de la Vida de la Virgen e Infancia de Cristo es un bien mueble perteneciente al patrimonio artístico y religioso de la Iglesia de San Juan de Telde. Esta pieza de gran calidad artística es un políptico escultórico formado por seis compartimentos en los que, bajo doseles y tracería gótica, se desarrollan varias escenas de temática religiosa. Se cree que en su día estuvo provisto de puertas policromadas hoy desaparecidas.

El conjunto está realizado en madera de roble y lleva, al igual que ocurre con las tallas de Era de Mota, el sello de la ciudad de Amberes con el que el gremio certificaba la calidad de la madera. Este sello es una mano grabada a fuego sobre la madera, es decir una mano pirograbada. En el caso que nos ocupa se contabilizan un total de 27 manos en la madera del retablo.

El nombre del donante está inscrito con gubia en el respaldo de la obra. Cristóbal García del Castillo fue quien encargó esta obra procedente de Flandes, al igual que el Tríptico de la Adoración de los Pastores que se conserva en la misma Iglesia.

La presencia en Canarias de este tipo de piezas procedentes de los antiguos Países Bajos se debió a las relaciones socio-económicas derivadas del comercio del azúcar canario en los mercados del norte de Europa. Conviene recordar que tras la Conquista castellana se concedió prioridad al cultivo de la caña de azúcar de manera que surgió una elite social dominante que era propietario de extensas plantaciones de caña con sus correspondientes ingenios de azúcar. El donante de esta pieza era el propietario del ingenio azucarero de las Longueras en la Vega de Telde y se comprometió a dotar con piezas religiosas a la Iglesia de San Juan Bautista de la que era su fundador y mayordomo. Al igual que ocurrió con otros dueños de ingenios azucareros, esta elite importó todo tipo de piezas devocionales de los Países Bajos porque, además de contar con los medios económicos para hacerlo, tenían la obligación de suministrar a las iglesias de los elementos necesarios para fomentar la fe católica. Estos factores explican que desde finales del siglo XV aparezcan en Canarias este tipo de manifestaciones artísticas.

Este retablo está considerado como el mejor exponente del arte flamenco existente en Canarias. Los temas que se desarrollan en este políptico son “La Visitación”, “Los desposorios de la Virgen”, “La Anunciación”, “El Nacimiento de Jesús”, “La Adoración de los Reyes Magos” y “La circuncisión”. Las imágenes talladas se sitúan en planos simétricos y escalonados en profundidad con un sentido pictórico de la perspectiva. Presentan rostros ovalados, amplias frentes y unos mantos y ropajes de pliegues escultóricos típicos de los primitivos flamencos. A principios del siglo XVIII se colocó en el Altar Mayor, posteriormente y siguiendo una exigencia del Obispo Bernardo Vicuña y Suazo en 1697, se ordena levantar el retablo para dejar más espacio al Sagrario y realizar a ambos lados dos nichos para colocar las imágenes del Niño Jesús y de San Juan Bautista.

Esta ampliación fue obra de Diego Martínez de Campos, hijo de Lorenzo de Campos, mientras que el resto del retablo es obra de Almeida. Originalmente el retablo estaba policromado al óleo, pero se volvió a dorar en la segunda mitad del siglo XVIII, con lo que se alteró su aspecto original. Por suerte se conserva algo de la policromía original.

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