Uno de los accidentes de la geografía insular más emblemáticos para los antiguos canarios es el santuario de la montaña de Tirma. Al abrigo del Morro de los Canarios, en una pequeña elevación con óptimas condiciones de habitabilidad, se localiza el Lomo de las Casillas Canarias. En él se puede observar un conjunto integrado por cinco casas; cerca se encuentra la que se considera la vivienda aborigen mejor conservada de la isla.

En las laderas que miran hacia el Roque Faneque y la playa del Risco aparecen varias zonas de inhumaciones funerarias, es el caso del Llano de la Pimienta, donde se observan diversos túmulos. Otro aspecto muy singular de todo este yacimiento son las grandes piedras hincadas, a modo de hitos o mojones, que delimitan el santuario.

Las crónicas indican que la montaña de Tirma era uno de los lugares santos a los que acudían en procesión las harimaguadas para rogar por la lluvia. En Tirma, la mayor parte de las aperturas de los muros que sirvieron como acceso a las casas se encuentran orientadas al sur, al abrigo de los vientos dominantes.

Muy cerca de este lugar se encuentran dos construcciones, una de ellas es seguramente la casa aborigen mejor conservada de la isla, pudiéndose apreciar su perímetro exterior, sus muros, e incluso las enormes vigas de sabina que mantienen la techumbre. Reutilizada hasta hace poco como gallinero, las prospecciones realizadas han permitido concluir que se trata de una vivienda aborigen prácticamente intacta, la misma que Víctor Grau-Bassas (médico e historiador catalán, cofundador y primer conservador del Museo Canario) describió en el siglo XIX.