El Balandro denominado Tirma fue construido en el año 1910 por el carpintero de ribera José González, conocido como el Calafate, en el varadero de San Telmo, de acuerdo al diseño del ingeniero inglés Mr. George, aunque se le introdujeron pequeños cambios para un mejor comportamiento a las condiciones de las aguas canarias.
Casco y palo en pino americano, cubierta en vitacola y cámara en caoba, con una eslora total de 12,50 metros y una eslora de flotación de 8,20 metros, con una manga de 2,30, puntal de 2,22 y calado de 1,50 con una capacidad de desplazamiento de 5,50 toneladas, aparejado con un botalón como soporte de foque y trinquete y mayor cangreja. Su orza pesó 2.660 kilos, siendo su primer velamen de diseño trapezoidal construido en los talleres de Dave y Cia., en Inglaterra, con una superficie de mayor de 49,20 metros cuadrados. Posteriormente en 1927 se le forra el casco de cobre para evitar su deterioro, siendo robado y embarrancado en 1933, por lo que hubo de ser reparado en su totalidad.
En 1940 se le coloca una nueva vela por el carpintero de ribera Juan Suárez. A lo largo de su historia se le realizaron cambios según detalles aportados por D. Félix Bordes Martín, que supuso la pérdida del botalón, utilizándose solamente un foque, trinquete y vela mayor marconi. Se disminuyó la longitud de la botavara. Posteriormente sufre una nueva modificación con la supresión del trinquete y disminución de la longitud del palo y la botavara.
A lo largo de su vida obtiene un largo número de triunfos convirtiéndose en el buque representante de la navegación canaria, escuela de varias generaciones de canarios en el aprendizaje de la navegación, donde se formaron los grandes campeones que han puesto a Gran Canaria a la cabeza del deporte español de la vela. Es el más antiguo de Europa entre los de su clase, en él se combina la belleza formal más clásica con el mejor exponente de la arquitectura naval inglesa de principios de siglo. Joya única e irrepetible donde se conjuga tradición, deporte y cultura, siendo el eje sobre el que giró y giran los recuerdos de la vida socio deportiva de la vela en Gran Canaria.
Fue comprado por el Real Club Náutico de Gran Canaria, a través de los Sres. del Castillo por un total de 4.000 pesetas. Posteriormente se intentó vender en una rifa que se acordó realizar el 15 de agosto de 1914, sorteo que no se llegó a celebrar por la interrupción de la guerra europea, razón que terminó de unir definitivamente el balandro Tirma con la historia del Real Club Náutico de Gran Canaria.
Fue reparado posteriormente por Antonio Cabrera Socorro y Francisco Henríquez Juez, junto a la colaboración de José Castro a finales del año 2000, restaurándose sus cuadernas con pino americano, mástil tambucho de caoba y cubierta en vitacola, encontrándose expuesto actualmente junto a la entrada del edificio del Real Club Náutico de Gran Canaria. Abanderado de la vida activa del deporte de la vela canaria, se convirtió en escuela náutica para muchos y en referente como seña de identidad atlántica.