Este grupo escultórico de gran envergadura está formado por la Virgen de las Mercedes que sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús. Adopta el modelo de “imagen de gloria”, ya que ambos se elevan sobre un cúmulo de nubes que aporta una gran sensación de ligereza a una pieza de grandes dimensiones. Dentro de este conjunto de nubes destaca la presencia de dos ángeles completos de bulto redondo y cuatro cabezas de querubines.
Reconocemos a la Virgen como la Virgen de las Mercedes, ya que aparece vestida con el hábito mercedario: túnica y manto blancos que dejan al descubierto su cabeza coronada con una corona de rayos dorados. En el centro de su hábito lleva el escudo propio de la Orden Mercedaria. Su iconografía queda claramente fijada desde el siglo XVI y está muy relacionada con la manera de representar a la Virgen de la Misericordia que acogía con su manto a presos, cautivos o feligreses. Tanto la Virgen como el Niño Jesús, que aparece cubierto con un paño de pureza blanco, se giran ligeramente hacia la derecha con la intención de aportar una mayor sensación de movimiento. Los ángeles que acompañan a la imagen se representan en actitudes diferentes destacando el situado bajo el brazo derecho de la Virgen.
Este tipo de composición recuerda a la empleada, al final de su producción artística, en la “Virgen del Carmen” de la Parroquia Matriz de San Agustín de Las Palmas de Gran Canaria, que terminó su discípulo Manuel Hernández “El Morenito”. Destaca el elegante tratamiento de los paños y la amplitud de los pliegues. Se abandonan los excesos del periodo Barroco precedente por un estilo de formas serenas con ligeros movimientos de los brazos y expresiones tranquilas, acentuadas por el uso de ojos de cristal.
La imagen realizada por José Luján Pérez en 1802 viene a sustituir a otra imagen de las Mercedes más antigua que existía en esta Iglesia de Santa María de Guía. Según el Inventario de 1782 esta pieza llevaba su escapulario y una media luna de plata. Su altar estaba frente al de Ánimas. La devoción a la Virgen de las Mercedes estaba muy arraigada en Canarias y se considera que es una de las advocaciones marianas más antiguas, junto a la de la Inmaculada Concepción o la de la Candelaria. Así, en el siglo XV, se fundó una ermita bajo esta advocación en Lanzarote.
Durante siglos, en las islas orientales se produjeron muchos ataques de corsarios del norte de África, que se llevaban cautivos a sus habitantes a cambio de un rescate cuantioso. Esta es una de las razones del enorme arraigo de esta advocación y explica que surgiesen numerosas cofradías mercedarias por las islas. En Guía se tienen noticias de una cofradía mercedaria desde inicios del XVIII. Es Don Gaspar Montesdeoca quien, movido por su devoción a la Virgen de las Mercedes, encarga una nueva talla a este escultor que se bendice el día 24 de septiembre de 1802. Antes de esta fecha de 1802, este altar estaba dedicado a la Virgen del Rosario. Es muy probable que el traslado de la primitiva imagen de la Virgen de las Mercedes a su actual ubicación, sustituyendo a la Virgen del Rosario, se realizara de la mano del mismo comitente Don Gaspar Montesdeoca en el año 1763, tal y como consta en la última anotación del libro de la Cofradía de las Mercedes.
Luján Pérez era quien realizaba la talla de las obras en su taller y solía encargar la policromía y el estofado de las mismas a pintores y doradores con los que colaboraba. Uno de estos policromadores y estofadores era José de Osavarry, a quien se atribuye la policromía de esta pieza, tanto en sus trajes como en sus carnaciones. En las piezas de Luján Pérez se utilizaba la técnica de los “paños naturales”, es decir, el uso de colores planos en las vestiduras que se ribeteaban con cenefas doradas o estofados como único elemento decorativo.