El lugar se ha relacionado con el topónimo canario de Tasaute o Tasautejo, que pasó a Sataute o Satautejo. Desde la conquista, la jurisdicción pasó a denominarse con el nombre de La Vega, y es una de las demarcaciones más antiguas de la zona de medianías en las que llama la atención el conjunto de las cuevas de La Angostura y El Tejar como parte de su patrimonio arqueológico.

Los orígenes del asentamiento se remontan a la ermita en honor de Santa Brígida entre 1522 y 1524. La razón fue el poblamiento de nuevos pagos que quedaban lejanos de la capital grancanaria. En esa época algunas familias comienzan a instalarse en los alrededores de la ermita y empezó a formarse un modesto núcleo. 

El centro de la villa se sitúa junto al escarpe del barranco y en posición intermedia en camino de mar a cumbre. De su patrimonio arquitectónico, destaca como monumento notable la iglesia de Santa Brígida, aunque también se pueden encontrar inmuebles de arquitectura tradicional y posteriores por todo el término municipal, como la ermita de la Concepción, así como muestras de su patrimonio etnográfico en relación con su variada economía agrícola, que incluyen los viñedos en su parte más baja y el centro locero de La Atalaya.

El nombre de La Vega utilizado para definir la jurisdicción de lo que hoy son los municipios de Santa Brígida y San Mateo, es indicativo de su marcado carácter agrícola, ya que fue un término muy frecuente en la toponimia menor de las zonas más ricas de cultivo, inicialmente de caña dulce (vegas mayores de Gáldar y Telde, Vega de Arucas, Vegueta, etc.). El territorio amplio, bajo esta genérica denominación, incluía las vegas de Abajo, Enmedio y Arriba, conocidas además por otros nombres, y tenía la cabecera parroquial en la iglesia de Santa Brígida, cuyo núcleo adoptó su nombre.

Los orígenes del asentamiento están en la ermita que, en honor de Santa Brígida, fundaron el regidor Juan de Maluenda e Isabel Guerra, viuda de Juan de Sanlúcar, quienes crearon un patronato a su favor entre 1522 y 1524. La razón fue el poblamiento de nuevos pagos -Tasautejo, Vegavieja y Angostura- que quedaban lejanos de la parroquia de Las Palmas, de la cual dependían. En 1525 se otorga autorización para que tuviera capellán, con facultades casi parroquiales. Algunas familias comienzan a instalarse en los alrededores de la ermita y empezó a formarse un modesto núcleo.

El crecimiento del "lugar de Santa Brígida de La Vega" provocó diferencias entre los patronos de la ermita y el vecindario. Ante la eventualidad del levantamiento de una parroquia propia, los vecinos pensaron en construir una iglesia nueva porque la existente era privada, aunque llegaron a un acuerdo y el edificio fue ampliado, concluyendo las obras en 1592. Esto indica el notable aumento de población dispersa por la zona, posiblemente por el auge que experimentó el cultivo de la vid. Después se sucedieron varias intervenciones, siendo la más importante la construcción de la torre (1753-1759). Después de la segregación de Tejeda, en el siglo XVII, el pago más importante era San Mateo o Vega de Arriba, que finalmente se segrega como parroquia en 1800. Por su situación cercana a Las Palmas y lo atractivo de su paisaje, se convirtió en foco atractivo del incipiente turismo decimonónico, tendencia que continuó como lugar residencial.

La Villa tiene como monumento notable la iglesia de Santa Brígida, la cual ha tenido el papel histórico de institución más importante de un territorio supramunicipal, que precisamente quedaba unificado por la parroquia. La fábrica actual es neogótica, construida después del incendio del templo en 1897, aunque por fortuna se conserva la torre del siglo XVIII, que es una de las pocas que quedan de tipo tradicional en Gran Canaria. Realizada en su totalidad en piedra molinera y rematada en chapitel, supone el elemento arquitectónico más importante del municipio. 

En el casco urbano de la Villa se encuentran construcciones de distintas épocas que por su volumetría mantienen una coherencia en el conjunto. A todo esto se unen sus jardines y un entorno natural atractivo de exuberante vegetación. Entre las celebraciones anuales están las de San Antonio de Padua, con el rango de principales, y las de Santa Brígida, la titular.

Un lugar de gran personalidad es el pago de La Atalaya, que fue uno de los centros alfareros más importantes de Gran Canaria, con la particularidad de estar conformado por casas cueva. Este sitio fue muy visitado por los estudiosos extranjeros que visitaron la isla en el siglo XIX, por tratarse entonces del conjunto troglodita más accesible desde Las Palmas.