La iglesia parroquial, en la plaza León y Castillo, sigue el tipo de planta basilical con tres naves. Se trata de una iglesia en la que contrastan los elementos clásicos en el interior con elementos neo-góticos en los alzados laterales y en la torre. Se han colocado en la plaza las tres campanas antiguas de la iglesia: la "grande" (1879), la "ronca" (1773) y la "chica" (1763). Después de diversos avatares, la actual iglesia se reconstruyó (1908-1916) modificando en algunos aspectos el proyecto de Laureano Arroyo de 1902.

Las naves están separadas por arcos formeros de medio punto sobre columnas de fuste liso y con el coro a los pies. La cubierta es de bóveda de cañón corrido que remata en la fachada en hastial curvo. Las naves acaban en capillas de testero plano, las cuales se abren a aquellas por arco de medio punto. El alzado a poniente, el principal, aunque hoy inhábil, es tripartito: un cuerpo central -formado en eje por puerta-ventana-, más dos cuerpos simétricos y de igual composición, con huecos circulares que siguen la línea del hastial.

Por su parte, los alzados laterales se componen de huecos apuntados dispuestos entre contrafuertes coronados en pináculos. Destaca el alzado sur, con un acceso lateral formado por un arco apuntado ciego sobre un óculo y arco de medio punto, y una torre campanario de piedra molinera (perteneciente a la antigua fábrica, construida entre 1755 y 1759), con base cuadrangular, balcón corrido de madera y rematada en chapitel. La mayor parte de los huecos de los alzados laterales son apuntados según la tradición decimonónica del gótico. Todos los elementos compositivos son en piedra.

La actual iglesia tiene su origen en una construcción de 1522 pero que pronto, entre 1585 y 1592, fue reconstruida; en 1638 se le añadió el coro a los pies. Hubo otra importante reconstrucción en 1697 en la que se formó una iglesia de tres naves cubierta con bóvedas de cañón corrido y cubiertas con madera y teja a dos aguas. La torre en el lado sur se añadió en 1755. Este era el estado de la iglesia que se quemó en 1897 aunque, según informe de Laureano Arroyo y Velasco –arquitecto diocesano-, los muros externos y la torre estaban en perfecto estado de solidez, no así la cubierta y las naves.

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