Agaete, conocido hasta época relativamente reciente como Lagaete, constituyó un enclave importante en la época prehispánica, lo que nos ha dejado un importante patrimonio arqueológico en el municipio, tanto en la propia Villa como en las zonas del Valle y Guayedra.
En la historia de Agaete se pueden distinguir dos momentos importantes. El primero, durante la conquista y la repoblación inmediata, entre el último tercio del siglo XV y primera mitad del XVI; y el segundo, desde el último tercio del XIX a las primeras décadas del XX. Su población vivió de la explotación agrícola, fundamentalmente de la caña de azúcar, al igual que en otras zonas de la isla.
Como ejemplo singular de los asentamientos de medianías destaca el poblado troglodita de El Hornillo, que actualmente constituye uno de los bienes más representativos del patrimonio etnográfico de Agaete. En cuanto a su patrimonio arquitectónico destaca, junto al barranco de Agaete, la pintoresca estampa de casas blancas, de arquitectura popular. Mención aparte merece el Puerto de Las Nieves, donde se localiza la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves, con su cubierta mudéjar y donde se exhibe el conocido tríptico flamenco de las Nieves, atribuido a Joos van Cleve (siglo XVI).
Por su posición geográfica y sus condiciones físicas, Agaete era un lugar adecuado para establecer desde allí una cabeza de puente sobre la antigua Agáldar en el período de la conquista, lo que no pasó desapercibido para los conquistadores, que levantaron allí en 1480, dirigidos por Pedro de Vera, la conocida "Torre o Casa Fuerte de Agaete", que con cierta frecuencia se confunde con la "Torre Roma" de Gáldar. Asimismo, su primer alcaide fue Alonso Fernández de Lugo.
Tras cumplir ese importante papel como enclave estratégico y en virtud de sus posibilidades naturales, Agaete se convirtió en un destacado centro económico con la creación del ingenio azucarero más importante de Gran Canaria, vinculado a Alonso Fernández de Lugo, quien lo vendió posteriormente cuando centró su empeñó en la conquista de las islas de La Palma y Tenerife, pasando a manos de Antón Cerezo. Este genovés es uno de los personajes más conocidos de la historia de la Villa por haber encargado en Flandes el famoso retablo o Tríptico de Nuestra Señora de las Nieves, que colocó en la ermita dedicada a su advocación en el puerto homónimo y en el que aparece retratado con algunos miembros de su familia.
La caña dulce fue un negocio próspero y Agaete tuvo un rápido crecimiento que propició la construcción de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, levantada en el centro de la Villa. Sin embargo, la crisis que afectó al azúcar canario también le perjudicó seriamente, abortando las expectativas de crecimiento. Las rentas del curato bajaron tanto que en adelante fueron los frailes del cercano convento de los franciscanos de San Antonio de Gáldar los encargados de atender la iglesia.
Durante los siglos XVII y XVIII el crecimiento fue muy lento y la población se fue asentando en diferentes lugares con posibilidades agrícolas, en distintos cortijos situados en el Valle y El Sao. Como ejemplo de estos asentamientos de medianías destaca el poblado troglodita de El Hornillo.
Como novedad constructiva durante estas centurias destaca la ermita de San Sebastián, levantada en el siglo XVII por el capitán Alonso Imperial. El siglo XIX supone un resurgimiento de Agaete, con la cochinilla y el inicio de los cultivos comerciales, así como con la mejora de las vías de comunicación. En este sentido, hay que destacar el trazado de la carretera del Norte y el muelle del Puerto de las Nieves que posibilitó la creación de una pequeña burguesía comercial y terrateniente. En el último tercio de esta centuria se produce un incendio en la antigua iglesia, que fue levantada de nuevo según trazado del maestro Francisco de la Torre.
Conocida es la vinculación de la Villa con los poetas, especialmente vinculados con el Huerto de las Flores, jardín creado por la familia De Armas, donde hay importantes muestras de flora exótica. Relacionado con el mismo está el poeta Tomás Morales, que fue médico de Agaete, y las tertulias que contaban con escritores como Alonso Quesada y Saulo Torón.
El patrimonio arquitectónico de la localidad, junto al barranco de su nombre, asciende por la ladera ofreciendo una variedad de inmuebles de arquitectura popular. Dicha ladera se vertebra sobre el eje de caminos que, proviniendo de Gáldar (donde el antiguo camino se conoce como de Lagaete), continúa hacia el valle y se bifurca hacia Las Nieves y La Aldea. Es en ese enclave donde está la centralidad de la Villa, con la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, la plaza de la Constitución y el puente sobre el barranco de Agaete. El templo es de tres naves, cubierto de bóveda y cúpula sobre tambor, con fachada ecléctica rematada con una torre central.
En el mismo casco urbano se encuentra el Huerto de las Flores, la sencilla ermita de San Sebastián y las antiguas casas de las familias De Armas (actual ayuntamiento) y Manrique de Lara (hoy centro cultural), como ejemplos más destacados de arquitectura doméstica. Fuera de la población, aparte de los yacimientos arqueológicos como el cercano Maipés, destacan la casa de los Manrique de Lara en el Valle de Agaete y el antiguo Balneario de los Berrazales. Distintos caseríos, como El Risco, El Sao, El Hornillo, Vecindad de Enfrente, Cuevecillas o San Pedro, se emplazan en diferentes y bellos paisajes de la zona baja y medianía.
Agaete es también un importante centro festivo, especialmente en las celebraciones de agosto en honor de Nuestra Señora de las Nieves. El acto más importante es "La Rama", celebrada cada 4 de agosto. Durante estas fiestas se produce el traslado de la patrona del municipio desde su ermita del Puerto al centro histórico, permaneciendo en la parroquia desde su festividad del 5 de agosto hasta el 17 de ese mismo mes. Otra fiesta importante es la de San Pedro, en el popular caserío del Valle, donde también se rinde tributo al apóstol con el baile de la rama el día 28 de junio.